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Actualizado: 21 de junio de 2025


Hacían memoria de su vida nocturna con la pillería de la Alameda de Hércules. Se reían de sus calzones rotos y de las blancas ropas que se escapaban por el rasgón. ¡Qué se te ve! gritaban voces atipladas, con acento femenil. Gallardo, protegido por las capas de los compañeros, aprovechaba todas las distracciones del toro para herirlo con su espada, sordo a la rechifla del público.

Así cayó aquel baluarte poderoso del orden, aquel varón esforzado que en sus luchas incesantes con la pillería de los arrabales tantas veces había caminado por la senda de la victoria. Levantáronlo y lo metieron en la botica de don Matías, que estaba próxima. Desde allí lo condujeron poco después al hospital. La ciudad perdió por algunos días su escudo protector. Porque ni Lucas el Florón ni Pepe la Mota podían competir en energía con

La feroz pillería lo había arrojado en una acequia de aguas estancadas, y de allí le sacaron sus hermanos cubierto de légamo nauseabundo. Teresa le acostó en su cama al ver que el pobrecillo seguía temblando entre sus brazos, agarrándose á su cuello y murmurando con voz semejante á un balido: ¡Mare! ¡mare!... La madre reanudó sus lamentaciones.

Usted habrá oído hablar de una sociedad establecida en Gijón que se llama Unión Carbonera... No señor ni gana respondió el capitán con su acostumbrada viveza. Es una sociedad muy respetable, compuesta de personas de posición, que se dedica á la explotación de minas... , de minas y tontos... Todas esas sociedades son pillería.

Justo, para dejarle a usted en blanco, después de haberlos servido... ¡Si anda ahora una pillería!... concluyó Lépero, fingiendo cierta indignación, como si quisiera conmover al tabernero. Y ¿qué pleito es ése? preguntó don Simón.

Digan lo que quieran, el pueblo español tiene un gran sentido». Pero a los dos meses, las ideas pesimistas habían ganado ya por completo su ánimo. «Esto es una pillería, esto es una vergüenza.

¡Mardita sea!... Pero ¿por qué sirban? ¿Han estao acaso en la corría?... ¿Les ha costao el dinero?... Una piedra dio contra una rueda del coche. La pillería vociferaba junto al estribo; pero llegaron dos guardias a caballo y deshicieron la manifestación, escoltando después por todo lo alto de la calle de Alcalá al famoso Juan Gallardo... «el primer hombre del mundo».

Pues ya que no pueden ustedes beber insistía el señorito con la pesadez del ebrio yo la beberé por ustedes. ¡A la salud de los hombres guapos!... ¡Muera la pillería! Un grupo de guardia civil atrajo su atención en una bocacalle. El sargento que lo mandaba, un viejo de bigote duro y entrecano, tampoco admitió el obsequio de Dupont.

Había razones sobradas para afirmar que el Sr. Rufete hubo de esconderse en los sótanos del edificio, no dando señales de vida hasta que, muerta ya media comunidad, apareció muy fiero, echando ternos y venablos contra la pillería. Todos estos datos, noticias y versiones las iba recogiendo Cordero de los mismos héroes de la tragedia, para poner luego a cada cual en el lugar que le correspondía.

Apenas se daba cuenta la señora de Roldan del arte o de la adivinación con que una chicuela que se había criado entre pillería andrajosa y casi en medio de la calle, como vaca sin cencerro, se había hecho sujeto capaz de tan repentina elegancia.

Palabra del Dia

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