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Actualizado: 25 de julio de 2025


Esta petición aumentó el remordimiento del príncipe. ¿Dónde puede encontrar un hombre un alfiler?... Mientras Alicia buscaba en sus ropas inútilmente, él pensó en regresar al Museo ó escalar los peñascos hasta una de aquellas casas donde vivían los empleados del príncipe. Habría dado cien francos por un alfiler... pero se acordó de que no tenía nada en sus bolsillos.

Oyó el cielo su petición, y, cuando menos lo esperaba, oyó voces que decían: ¡Vitoria, vitoria! ¡Los enemigos van de vencida! ¡Ea, señor gobernador, levántese vuesa merced y venga a gozar del vencimiento y a repartir los despojos que se han tomado a los enemigos, por el valor dese invencible brazo! -Levántenme -dijo con voz doliente el dolorido Sancho.

8 Si he hallado gracia en los ojos del rey, y si place al rey otorgar mi petición y hacer mi demanda, que venga el rey con Amán al banquete que les dispondré; y mañana haré conforme a lo que el rey ha mandado. 9 Y salió Amán aquel día contento y alegre de corazón; pero cuando vio a Mardoqueo a la puerta del rey, que no se levantaba ni se movía de su lugar, se llenó de ira contra Mardoqueo.

Así es que, accediendo con gusto a su petición, le dijo después, para obligarle más: Una sola cosa debo añadir a usted, por remate de nuestra conversación; y es que el Gobierno, gracias al concurso de hombres tan importantes como usted, está asegurado para mucho tiempo, y que mientras viva, ese papel ha de merecerle una protección decidida.

Juanita agradeció mucho esta lisonjera petición de doña Inés, y, casi con lágrimas de gratitud en los ojos, prometió a doña Inés que la mata de pelo sería suya cuando se la cortase.

Además, el profesor no entendía nada en tales asuntos y era compatriota de Martínez. ¡Ya había bastante con que un español figurase enfrente del oficial! Tengo mi segundo continuó . Será lord Lewis. Para él, era Lewis más lord que nunca. Le estaba agradecido por la prontitud con que había aceptado su petición. Ganaba dinero aquella tarde y su humor era excelente.

Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó a ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo poner una silla a la madre del rey, la cual se sentó a su diestra. 20 Y ella dijo: Una pequeña petición pretendo de ti; no me hagas volver mi rostro. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te haré volver el rostro. 21 Y ella dijo: Dese Abisag sunamita por mujer a tu hermano Adonías.

Me durará un día o dos hasta que me consigas dinero. Ella vaciló, dando a conocer que no estaba dispuesta a acceder a semejante petición, y más especialmente cuando el brazalete era el regalo último que le había hecho su padre.

Pepet, al hablar de estas reuniones, en las que se rozaba con gente brava, portadora de armas, volvía a acordarse del cuchillo del abuelo. ¿Cuándo hablaría don Jaime a su padre para que le entregase esta joya de familia?... Ya que retardaba la petición, debía acordarse de su promesa y regalarle otro cuchillo. ¿Qué podía hacer un hombre como él falto de tal compañía? ¿Dónde presentarse?...

El joven, en sus conversaciones con la vieja, acababa siempre con la misma petición: Abuela, dicen que es usted muy rica. A ver: enséñeme su tesoro.

Palabra del Dia

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