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Actualizado: 29 de septiembre de 2025
Más impacientes, algunos se levantaban de sus asientos con la servilleta en la mano, y alargaban el pescuezo queriendo distinguir por las ventanas del comedor aquellas islas ante las cuales iban a pasar de largo y de las que hablaban todos como de una tierra de promisión.
Obdulia, dirigiéndose a los atónitos caballeros, hizo ademán de retorcer el pescuezo a su víctima y gritó triunfante: ¡Yo misma! ¡he sido yo misma! ¡Así a todos los hombres!... «¡Era Obdulia! ¡Obdulia! Luego no estaba la otra».
En casa de Venialvo se juntaron Con cotas, arcabuces, morriones: A la gente plebeya convocaron, Con sus fingidas causas y razones. Su maldito designo confirmaron, Vencidos de livianas pretensiones, Su muger al de Leiva le decia, Que su pescuezo
Yo no sé cómo piensan en esto mis cólegas objetó Simón, afectando desdén hacia las palabras del propietario ; pero sé cómo pienso yo, y por eso he dicho lo que dije; y ahora añado que siempre somos la carne de pescuezo en este pueblo, los pobres artistas; que lo bueno, lo cómodo y lo de lustre, allá se lo reparten los manates.
Su entristecido arqueo de cejas le prestaba vaga semejanza con los retratos de Quevedo; su pescuezo, flaco, pedía a voces la golilla, y en vez de la vara que tenía en la mano, la imaginación le otorgaba una espada de cazoleta.
En el portal, desde donde se veían las puertas abiertas de los establos, un horno con su tejadillo protector, un pozo con el correspondiente lavadero, grandes pilas de leña y un carro de bueyes bajo un cobertizo, olía a heno, se oían los golpes y los cencerrillos y esquilas del ganado preso en las pesebreras, y brujuleaba de soslayo y como a la descuidada, un copioso averío alrededor de un «garrote», en cuyo fondo roía mi caballo, desembridado y amarrado al poste con una soga por el pescuezo, los últimos granos del pienso de maíz con que le había agasajado el sobrino mayor de Neluco, mientras su madre me agasajaba a mí en la sala de arriba con huevos y con jamón.
Pero si alguna vez vamos dentro del coche, es de considerar que siempre es en el estribo, con todo el pescuezo de fuera, haciendo cortesías porque nos vean todos y hablando a los amigos y conocidos aunque miren a otra parte.
Una noche, pasando por delante del dormitorio, Carlos le oyó pronunciar claramente estas palabras: El capitán las echa de guapo para deslumbrar a la chiquilla; pero es para mí; y si quiere andarse en chanzas le corto el pescuezo en menos que canta un gallo. Una oleada de cólera le subió al cerebro, y el joven oficial abrió de repente la puerta...
Conque, ¿vamos, Baldomero? ...Cuando... quiera... don Melchor dijo Baldomero, que se había quedado contemplando a Ramona. Acompañados por Ricardo y Lorenzo se dirigieron a la caballeriza donde Hipólito palmeaba en la tabla del pescuezo al Platero, mientras lo tenía sujeto por una oreja. Aguarde que yo monte, don Melchor; ¡tenéselo, ché, Hipólito! ¿Por qué, Baldomero?
Pero mi tía no contestaba; empeñada en colocar su saludo en la cara de sus ídolos y en que su marido también lo colocase, lo cazó materialmente del brazo y le mandó que esperara la ocasión propicia para mover el pescuezo. De pronto pareciole que la miraban. ¡Ahí mira don Buenaventura! ¡ahí te mira el doctor Trevexo... dijo; ¡ahora!... saluda, Ramón.
Palabra del Dia
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