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Actualizado: 2 de junio de 2025


Después de dar una vuelta por el cuarto de los niños para ver si estaban desabrigados o si Isabelita tenía pesadilla, Rosalía charlaba un poco con su marido, mientras iba soltando una por una sus galas, sus faldas y aquella máquina del corsé donde su carne, prisionera, reclamaba con muy visibles modos la libertad.

El ama de llaves fomentaba esta inclinación porque Flora era con ella tan tierna como respetuosa. Embebido en estas imaginaciones se hallaba cuando sonaron en la puerta dos golpecitos discretos. Dió un salto en la cama y preguntó despavorido: ¿Quién va? El capitán era bravo, pero vivía con la perpetua pesadilla de los ladrones. Un día ú otro esperaba el asalto.

Y así venía la noche en que los temores, adquiriendo doble proporcion, parecían convertirse en realidades. Julî temía el sueño, temía dormirse, pues su sueño era una continuada pesadilla. Miradas de reproche traspasaban sus párpados tan pronto como los cerraba, quejas y lamentos barrenaban sus oidos.

Unos armaban la bayoneta, pálidos, con los labios apretados y un brillo de locura en los ojos; otros volvían la espalda, corriendo hacia la salida del parque, sin prestar atención á los gritos de los oficiales y á los disparos de revólver que hacían contra los fugitivos. Todo esto ocurrió con vertiginosa rapidez, como una escena de pesadilla.

Creyó ver á la bestia, eterna pesadilla de los hombres. ¿Y el mal quedaría sin castigo como tantas veces?... No había justicia; el mundo era un producto de la casualidad; todo mentiras, palabras de consuelo para que el hombre sobrelleve sin asustarse el desamparo en que vive. Le pareció que resonaba á lo lejos el galope de los cuatro jinetes apocalípticos atropellando á los humanos.

Fermín reía escuchando a su jefe, lanzado a escape por entre los fragmentos de prospectos y reclamos, que conservaba en su memoria. ¡Pero, don Ramón! ¡Si yo no he de comprar ni una botella!... ¡Si soy de la casa! El jefe del escritorio pareció despertar de su pesadilla oratoria, y rió lo mismo que su subordinado.

Luego se vió bebiendo con hombres de otros países que vestían distintos uniformes, y hasta con soldados franceses, que, á pesar de la locura general, conservaban un gesto sombrío, como hombres que aún no hubiesen acabado de despertar de una pesadilla horrorosa prolongada durante años y años. Al anochecer, la vieja se sintió fatigada.

Vuelvo á repetirle, ¿viene usted con nosotros ó prefiere esponerse á los resentimientos de los míos? En los momentos graves, declararse neutro es esponerse á las iras de ambos partidos enemigos. Basilio se pasó varias veces la mano por la cara como si quisiese dispertarse de una pesadilla; sintió que su frente estaba fría. ¡Decídase usted! repitió Simoun.

25 de agosto. , todos los acontecimientos de la vida están en relación con las fuerzas del hombre, porque mi corazón no se ha roto aún. Yo me pregunto aún si no es alguna pesadilla la que me ha traído esta blasfemia: ¡Eulalia esposa de otro! Y miro a mi alrededor para asegurarme si estoy despierto; y me desespero cuando encuentro la naturaleza en el mismo estado que antes.

Se sintió aliviada... libre de aquel espantoso hervor de su cerebro. Su mamá le limpiaba el sudor de su frente, llamándola con palabras cariñosas. Había sentido Rosalía sus quejidos, síntoma indudable de la pesadilla, y saltó de la cama para correr en su socorro. Eran las doce. Hízole después una taza de , y ayudada de Prudencia le mudó las sábanas.

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