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Actualizado: 5 de junio de 2025
Indudablemente no había sido muy feliz en los últimos meses. Ya sabemos que no tenía motivos para serlo. La perpetua lucha que necesitaba sostener con los escrúpulos de María y el desvío sincero o fingido que observaba en ella constituían un disgusto sordo y continuado que le amargaba la existencia.
Y en vez de esto, les hablaban de entrar solos en aquella ciudad, que se dibujaba en el horizonte, sobre el último resplandor de la puesta del sol y parecía guiñarles satánicamente los ojos rojizos de su alumbrado, como atrayéndolos a una emboscada. Ellos no eran tontos. La vida resultaba dura con su exceso de trabajo y su hambre perpetua; pero peor era morir. ¡A casa! ¡a casa!...
De esta observacion sensible, perpetua é invariable, nace la verdad fundamental del juicio: no hay efecto sin causa, ó lo que es lo mismo, todo efecto supone causa.
Vivian sin tener confianza en las leyes presentes, i temerosos siempre de las futuras; porque todas se ordenaban con el propósito de hacerles mas bajo i miserable su estado. Hablar con una persona, no reputada por verdadero cristiano, les traia la pérdida de su libertad i una perpétua esclavitud.
Arrastrados en la perpetua corriente, mudamos de forma, pero no de esencia, la cual renace o reaparece siempre para el dolor. En este sentido, los dioses, los asuras y los hombres son igualmente inmortales. GOPA. ¿Y no hay ningún dichoso? PRATYAPATI. Ninguno. La infelicidad es la primera condición de la vida. GOPA. ¿Y por qué Amor creó la vida, y la infelicidad con ella?
Don José, cuando no hacía cuentas con el aperador, ó bien oía á los caseros, que venían á verle y á informarle de todo desde las caserías, ó se largaba á la botica, donde había tertulia perpetua y juego por mañana, tarde y noche.
Nada había podido apartarle del cumplimiento de su deber, y hasta había mostrado admirable entereza fuera de casa, donde la entereza, por grande que deba ser, basta con que dure un instante; pero en la casa, con la doméstica tiranía de una mujer dotada de voluntad de hierro, cuya presión es perpetua é incesante, D. Valentín no había sabido resistir, y había abdicado por completo.
Nació en plena corrupción colonial, cuando era Cuba mártir, el vertedero de todo lo podrido, el refugio de todos los estorbos, de todos los hambrientos y desocupados de España, cuando era nuestra tierra, el criadero de una milicia viciosa y enfermiza, robada a la Agricultura y a la Industria de su país; cuando era esta ciudad, jardín de América hoy, corral blando y holgado de Capitanes Generales infecundos, logreros e imperiosos; cuando la bandera roja y gualda flotaba sobre nuestra casa y a su sombra los cubanos estaban condenados a perpetua cobardía y los españoles autorizados para enriquecerse y engordar sus vicios insolentes; cuando el criollo moría en la miseria y el peninsular paseaba satisfecho en el carruaje comprado con el oro que manaba del crimen; cuando había más cárceles que escuelas, y el látigo infamante chasqueaba sobre las espaldas de los hombres de una raza tan necesitada de justicia como la nuestra; cuando el cubano que no se sometía a servir de celestino al pisaverde madrileño que lo solicitara, iba a purgar su osadía en el presidio; cuando el talento de los nativos dormía echado bajo la bota del déspota ceñudo, y la capa torera sobre los hombros y la cinta de hule en el sombrero, eran los únicos pasaportes de honor y las únicas cédulas de vida, verdaderas.
Pues bien, me decía: «Lo que necesita, es un marido que se consagre a ella completamente, un marido que no tenga más pensamiento que hacer de su existencia una perpetua fiesta, un marido, en fin, que pase su vida procurándole diversiones.» Vos me conocéis... Un marido semejante, no puedo, no debo serlo. Soy soldado y seguiré siéndolo.
El Cielo sabe que nunca fue de mi genio mojar en hieles la pluma para escribir amarguras, ni menos hacerla cincel en bronce para eternizar infamias. Pues qué me ha obligado a escribir este papel? El celo del bien de algunos, que puede ser se interese en la perpetua memoria del suceso. Preservar del mal es un beneficio de monta, y tiene mucho de preservativo un escarmiento.
Palabra del Dia
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