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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Pero permítame usted que le pague su auxilio, ofreciéndole el mío para robar a esa mujer, y burlarnos de diez y siete siglos de guerras, de tratados, de privilegios, de fanatismo, de religión, de tiranía. Bien, amigo Gabriel; venga esa mano. ¡Viva lo imposible! El placer de acometerlo es el único placer real. Yo quisiera estar en los secretos de usted, milord. Lo estará usted.

Entonces el oficial, levantando la voz, dijo en tono firme: Ante todo, permítame, señor comandante, decirle que usted ha cumplido magníficamente con su deber y que por ello ha conquistado la estimación de sus enemigos. En materia de deberes contestó Hullin , no puede haber más ni menos. Hemos hecho lo que hemos podido.

¡A nado! dijo el señor de Bevallan; permítame, señorita... en primer lugar no estoy en traje de natación... además, le confesaré que no nadar. Si no sabe usted nadar replicó la joven, con un tono seco, importa muy poco que esté ó no esté en traje de natación.

Uno de ellos, el P. Melchor, se atrevió a decir con sonrisita de suficiencia: Señora, permítame usted que no reconozca talento en quien no admite las verdades de nuestra santa religión. A lo menos fue el primero en su cátedra y pasaba entre sus profesores por un chico despejado. Y lo será, señora, dijo el P. Gil, a quien el tonillo agresivo de su compañero había disgustado.

Vea usted ahora cómo no andaba descaminado al afirmar que tal vez necesitase usted refrescar el corazón o, lo que es igual, aligerarlo de alguna impresión demasiado punzante. ¡Ay Dios, qué pesado! dijo la señorita de Mory en voz baja; y en alta voz repuso : Pues se equivoca usted de medio a medio, Isidorito; nada me pincha ni me punza por ahora. Permítame usted que lo dude.

Su cara es ovalada, con espesos rizos separados como los de la Virgen sobre una frente muy blanca. Estaba pálida, acaso de emoción y de fatiga. No esté usted de pie le dije, y permítame sentarme a su lado. Tenemos que hablar. La muchacha se dejó deslizar entre los almohadones del sillón, que casi la ocultaban, y me senté a su lado.

¡Ay! , una sola, y lo deploro por él y por Carlos. Permítame usted que no me asocie a su pena en cuanto al primero. La impunidad de ciertos culpables me subleva, y es pan bendito cuando ellos mismos recogen varas para azotarse. Pero Carlos... ¿Qué? ¿No contaba usted con aprovechar su presencia para decirle la verdad y regularizar su situación? Sin duda, pero no preveía tales complicaciones...

Señorita le dice sentándose y afectando un aire de gravedad bastante equívoco , permítame que le dirija las más respetuosas felicitaciones... Se casa usted con uno de mis mejores amigos... un perfecto caballero... y una excelente persona de quien hará usted cuanto usted quiera.

Entonces, permítame usted que lo dude, porque hasta las dos estoy siempre en la cama. ¡Oh, hasta las dos! exclamaron varios. Eso ya es una exageración, Fuentes dijo la marquesa de Alcudia. Pero es una exageración aristocrática, marquesa. ¿Quién se levanta primero en Madrid? Los barrenderos, los mozos de cuerda, los pinches de cocina.

Y este primer punto asentado, pasemos á otro, y permítame V. md. que empiece riñéndole, pues cuanto ha granjeado del mundo en aplausos, parece se los retribuye en desprecios; y por rígida que sea la filosofía, no hallo yo que toquen sus desengaños en ingratitudes.

Palabra del Dia

hociquea

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