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Actualizado: 14 de junio de 2025
Pero la risa de Perla cuando se veía atrapada, bien que armoniosa y rebosando contento, solo daba por resultado aumentar las dudas de su madre. Herida en el corazón por esta especie de misterio indescifrable y desconcertador que con tanta frecuencia se interponía entre ella y su único tesoro, tan caramente adquirido, y que era todo su universo, Ester rompía á veces en amargo llanto.
Perla emprendió la carrera á toda prisa y pronto se halló en medio de la luz del sol, riendo, toda iluminada por su esplendor, y con los ojos brillantes de alegría. Parecía como si el rayo solar se hubiera detenido en torno de la solitaria niña regocijándose en jugar con ella, hasta que la madre llegó bastante cerca para penetrar casi también en el círculo mágico.
Terminada su victoria, Perla regresó tranquilamente al lado de su madre, á la que dirigió una risueña mirada. Sin otra aventura llegaron á la morada del Gobernador.
Los amores son la esencia de mi vida y los guardo en mi corazón como si fuesen una perla del Oriente. Estoy abrumado, estoy tan pronto rabioso como desmadejado, estoy que me llevan los demonios, porque, ante todo y sobre todo, soy un artista, y aquí, en esta ciudad, no se me comprende ni hace justicia. Por lo pronto, soy un maestro artista en zapatería.
La avícula productora de la perla busca algún reposo en la copa de las esponjas; la frágil ostra pena sólo se aventura entre la hierba cenagosa; el folado anida en la piedra, vuelve á empezar las artes del esquino, mas ¡en qué grado tan inferior!
Una vez, mientras Ester contemplaba su propia imagen en los ojos de su hija, como es costumbre en las madres, brilló en ellos esa expresión singular y fantástica; y como las mujeres que viven solitarias y cuyo corazón está inquieto se hallan sujetas á innumerables ilusiones, se imaginó de repente que veía, no su propia imagen en miniatura, sino otra faz que se reflejaba en los ojos negros de Perla.
La del tío Frasquito era la corbata de gran maestre de los micos de Currita, de seda azul japonesa, sujeta coquetamente con el alfiler de una sola perla. Habíale encargado la Albornoz venir a buscarla a casa de Butrón, para darle sin pérdida de tiempo sus primeras disposiciones de presidenta.
Pero aquí, á la luz del sol, y en medio de todas estas gentes, no nos conoce, ni nosotros debemos conocerle. ¡Sí, un hombre raro y triste con la mano siempre sobre el corazón! No hables más, Perla, le dijo su madre, tú no entiendes de estas cosas. No pienses ahora en el ministro, sino mira lo que pasa á tu alrededor y verás cuán alegre parece hoy todo el mundo.
Hasta la gitana buñolera que se ponía a freír y a vender sus buñuelos en la esquina de la casa de don Acisclo, gitana muy sentenciosa, llamada la Filigrana, más célebre por sus sentencias que el mismísimo Pedro Lombardo, dijo en tono irónico: Doña Luz es una perla oriental, y la perla no repara en el pescador, ni en si vale o no vale; lo que pretende es que la pesque y la lleve a lucir en el Olen del Oclaye.
Los niños participan siempre de las agitaciones de aquellas personas con quienes están en íntima relación; experimentan siempre el malestar debido á cualquier disgusto ó trastorno inminente, de cualquier clase que sea, en el hogar doméstico; y por lo tanto Perla, que era entonces la joya del inquieto corazón de la madre, revelaba en su misma vivacidad las emociones que nadie podía descubrir en la impasibilidad marmórea de la frente de Ester.
Palabra del Dia
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