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Actualizado: 16 de junio de 2025
Fausto brilla en la corte del Emperador y encuentra que en ella puede ser lo que se le antoje, merced a su propio mérito y al diablo. Esto, no obstante, no le satisface. De las damas no hay una sola que le haga impresión, y se enamora de Elena, personificación de la hermosura corporal perfecta. El diablo no tiene poder para proporcionarle a Elena.
Cuando una mujer no está llamada a la más perfecta de las vocaciones, que es la religiosa, es que Dios la llama al matrimonio. No hay vocación del celibato. El matrimonio es indispensable para las mujeres destinadas a vivir en el mundo. Piensa, Magdalena, que la mujer no es nada por sí misma... ¿Nada? ¿Yo no soy más que una apariencia? Soy muy real, te lo aseguro. Nada en lo moral, hija mía.
Ella, joven, pálida, con una de esas profundas bellezas que más que en el rostro, aún bien hermoso, están en la perfecta solidaridad de mirada, boca, cuello, modo de entrecerrar los ojos. Era, sobre todo, una belleza para hombres, sin ser en lo más mínimo provocativa; y esto es precisamente lo que no entenderán nunca las mujeres.
En cuanto á su fondo, nada hay más diverso; en vez de la animación y de la pasmosa claridad de los españoles para exponer las cosas más misteriosas é intrincadas, encontramos en sus imitadores alemanes una obscura confusión de alambicados afectos, una mogigatería afeminada y repugnante; en vez de una forma dramática artística y singularmente perfecta, una carencia tan completa de todo linaje de composición, que casi nos creemos retrotraídos á los primeros orígenes del teatro.
¡Vivir en la oración! continuó. ¡Vivir orando con los ojos del alma fijos en el eterno y leal amor! ¡Repetir incesantemente su nombre y sus alabanzas! ¡Eso si es felicidad! No dijo del mismo modo la mujer perfecta; yo no rezo, yo no puedo rezar. ¡Ay! exclamó él. Eso lo dice usted porque en su modestia le parece que aún no es bastante perfecta.
Vamos, que eso es una razón de pie de banco, don Federico. ¿Qué más desearía yo replicó Stein que disfrutar con una inocente joven de la dulce y santa felicidad doméstica, que es la verdadera, la perfecta, la sólida que puede disfrutar el hombre y que Dios bendice, porque es la que nos ha trazado? Pero tía María, ella no me puede querer a mí. ¡Esta es otra que mejor baila!
Pues ¿y el árbol? Está formado de ramas de encina y cedro. El solícito amigo de la casa que lo ha compuesto con gran trabajo, declara que jamás salió de sus manos obra tan acabada y perfecta. No se pueden contar los regalos pendientes de sus hojas. Son, según la suposición de un chiquitín allí presente, en mayor número que las arenas del mar.
Pues yo también lo creí; yo también creí que era una santa; pero ya no lo creo. ¡Ah! exclamó Lázaro: yo no necesito que nadie me diga lo que usted es para saberlo. Yo mismo lo he comprendido. Cuando una criatura tan perfecta ha descendido hasta mí para defenderme y disculpar mis faltas, es indudable que no es como los demás.
4 Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio fue en mi nación, en Jerusalén, todos los judíos la saben; 5 los cuales tienen ya conocido que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más perfecta secta de nuestra religión he vivido, fariseo. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado de los judíos.
En el amor esto pasa casi siempre; pero aquí, por las circunstancias especiales de ambos, adquiría mayor relieve. La timidez en él llegó a ser una enfermedad, una cosa extraña, de cuya ridiculez se daba perfecta cuenta sin que por medio alguno pudiese vencerla.
Palabra del Dia
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