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Actualizado: 29 de julio de 2025


Iban a dormir como las gallinas. ¡Oh la vida ordenada! ¡La vida tranquila, lejos de todos, queriéndose mucho, aislados del mundo, en el dulce egoísmo del cariño!... Les parecía imposible que las gentes fuesen tan ciegas que no supieran vivir así. Mientras comían, hablaron de lo que pensaban hacer a la mañana siguiente.

Otra noche volvieron á probar su fortuna, y dieron en las tiendas y alojamientos de los Tribalos, de donde volvieron muy mal tratados. Resolvieron por ultimo remedio desamparar el Castillo, y tomar la vuelta del mar donde estaban las galeras de los Genoveses, en quien pensaban hallar alguna misericordia por no tenerlos ofendidos.

Jacinta no podía considerar de otro modo el hecho del abandono, aunque este significara el triunfo del amor legítimo sobre el criminal, y del matrimonio sobre el amancebamiento... No podían entretenerse más en ociosas habladurías, porque pensaban irse a Cádiz aquella tarde y era preciso disponer el equipaje y comprar algunas chucherías.

El viejo Salomón con sus ropas raídas y sus cabellos blancos parecía arrastrar a aquella honesta compañía con los mágicos acentos de su violín; arrastraba a las matronas prudentes, que llevaban tocados en forma de turbantes; a la propia señora Crackenthorp, que tenía la cabeza adornada con una pluma perpendicular cuya punta llegaba al hombro del squire; arrastraba a las bellas jóvenes que pensaban con satisfacción en sus talles cortos y en sus ropas sin pliegues adelante; arrastraba a sus padres corpulentos que vestían chalecos abigarrados y a los hijos rubicundos, en su mayor parte avergonzados y cohibidos, con pantalón corto y frac de largos faldones.

Habian estos indios abscondido Sus hijos y mugeres, y pensaban, En viendo algo seguro su partido, En nuestra gente dar, y así hablaban, Diciendo, pocos son: mas fuè sabido El falso que en secreto concertaban; Y asì salen huyendo por las vegas, Dejando de maiz muchas hanegas.

Cada niña aristócrata no necesitaba más cuidado que prohibir a su novio formal el futuro esposo hacer el amor a la huérfana, a lo menos en presencia de su futura. Si Anita se descuidaba, pensaban las herederas, podía verse comprometida sin ninguna utilidad. Dentro de la nobleza no era probable que se casara.

Tenía miedo de estos enternecimientos que no servían para nada». La luna la miraba a ella con un ojo solo, metido el otro en el abismo; los eucaliptus de Frígilis inclinando leve y majestuosamente su copa, se acercaban unos a otros, cuchicheando, como diciéndose discretamente lo que pensaban de aquella loca, de aquella mujer sin madre, sin hijos, sin amor, que había jurado fidelidad eterna a un hombre que prefería un buen macho de perdiz a todas las caricias conyugales.

Cargólos el enemigo, advirtiendo estaban separados é indefensos, y logró egercer en ellos sus acostumbradas crueldades matando muchos hombres, mugeres y niños, y apoderándose tambien de la mayor parte de sus pobres equipages, continuando de este modo en picar la retirada hasta Vilcanota, término del vireinato de Buenos Aires; en cuyas inmediaciones acometieron á los nuestros con tanto denuedo, y con un aire de confianza, que cuando menos pensaban conseguir la ventaja de hacerse dueños de los ganados y bagaje: pero como no pasaban de 1,000, fué fácil rechazarlos y frustrar sus designios.

Pero estos, aunque se considerasen llegados, siempre esperaban algo nuevo, siempre tenían la ilusión puesta en el mañana; pensaban con inquietud en la combinación política del día siguiente, en la obra artística, que les bullía en la imaginación, temblando, con el vago temor de la torpeza, al ir á darla forma.

Por eso determinaron publicar un perdon para los autores de estos delitos, en tanto que los míseros judíos amedrentados con el popular tumulto, i temerosos de las iras de la plebe, no se determinaban á salir á las calles, i ya pensaban en cristianarse para salvar las vidas i haciendas del odio i de la ambicion del pueblo.

Palabra del Dia

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