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Actualizado: 13 de julio de 2025


Y cuando al fin llegó hasta sus oídos el bramido de saludo, se creyó recompensado de todos sus sinsabores y penalidades de hombre de honor. ¡Adiós, Goethe! ¡Adiós Nélida!... Tal vez la voz de ella se había unido a esta aclamación de despedida. Se enfrió el entusiasmo de la gente al enterarse de que los dos adversarios estaban sanos y enteros.

Ahora, como puede usted ver, terminó mi comunicante, todos los que habitábamos en "Carrera Larga" y sus alrededores los abandonamos para ir á pasar miserias y penalidades á Guantánamo; pero en llegando allí, como si fuésemos uno, empuñaremos el rifle para vengarnos del inmenso daño que esos foragidos nos han causado.

Otro día te hablaré de esto más despacio y te reñiré mucho: ahora, al acabar de leer tus frases de arrepentimiento y cariño, no tengo valor para hacerte sufrir. Lo principal es que eres mía y que ya no dejarás nunca de serlo. Ni yo, aunque lo pretendiera, podría darte idea de las penalidades que aquí nos cercan, ni es fácil que las imagines.

Yo creo a veces que tengo mil años... ¡Y enferma! ¡Arrastrando para siempre las consecuencias de haber sido madre!... Deteníase al decir esto con prudente rubor, no osando confesar las internas tribulaciones que agitaban su organismo. Sus ojos iban hacia Karl con la expresión amorosa y triste de una artista que contempla su obra, fruto de penalidades, jirón doloroso de su propia existencia.

Acaban de llegar de lo más bajo con grandes penalidades; ya tienen el dinero: ahora les falta el lustre social... Y empujan hacia arriba con su audacia de antiguos emigrantes que no conoce la vergüenza ni el ridículo. Como le he dicho antes, puede usted reírse de las castas sociales de Europa.

El labriego, el artesano, el pequeño propietario, que pierden sus cosechas o las perciben escasas tras largas penalidades; que viven en casas pobres y visten astrosamente, sienten sus espíritus doloridos y se entregan por instinto, por herencia a estos consuelos de la resignación, de los rezos, de los sollozos, de las novenas, que durante todo el mes, durante todo el año se suceden en las iglesias sombrías, mientras las campanas plañen abrumadoras.

El marido lucha con los demás hombres por nuestra vida y por la prole común. Un día llega un poco irritado a casa; quizá tiene una intemperancia, un gesto agrio, fruto de su desazón. Seamos sedante, y que nuestra palabra dulce y animosa le haga olvidar los disgustos y penalidades en el tráfago de la vida. Yo tuve una vez un pequeño disgusto con mi marido por una futesa, por una nonada.

En su juventud había soñado doña Juana con las heroínas de la Vendée; se había entusiasmado con las hazañas y penalidades de la duquesa de Berry, queriendo, como estas hembras fuertes de la religión y el legitimismo, montar a caballo, llevando sobre el pecho un crucifijo y junto a la falda de amazona un sable pendiente. Pero estos deseos no pasaron de ser vagas fantasías.

Todos sentían por igual el deseo de resarcirse de las privaciones, de acallar la bestia que llevaban dentro, irritada y despierta por una vida de bruscos cambios, tan pronto en la abundancia loca y despilfarradora del saqueo, como en las penalidades de la marcha por llanuras interminables, sin ver el menor rastro de vida.

Los encrespados cabellos de castaño color le cubrían el cuello y no parecía tener más de cuarenta años, á pesar de las profundas huellas impresas en su rostro por las penalidades de sus largas campañas y por los excesos del placer y la bebida.

Palabra del Dia

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