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Actualizado: 19 de junio de 2025
Con frío egoísmo lo tomó todo sin dar cosa alguna en cambio, y Antonieta no tardó en descubrir que tenía una rival en la princesa Flavia; desesperada, no reparó en medios para conservar el amor del Duque. Al propio tiempo se vio mezclada en las audaces maquinaciones de éste. De aquí las cartas que me había escrito revelándome el peligro.
Me ocurre tambien una reflexion, á mi parecer digna de atencion, para no despreciar dicho puerto, y es, que en el caso de que los rios Negro y Colorado no dejen entrar embarcaciones en sus puertos por falta de fondo y otras incomodidades inevitables, vendrá á suceder que todo el peligro que en ellos considera S.M., recaerá en el puerto nuevamente descubierto, lo que pide una deliberacion muy séria y prudente.
El desdichado mandó al mozo que volviera dentro de un breve rato; tomó la pluma, y recogiendo sus ideas lo mejor que pudo, después de trazar muchos garabatos en un papelejo, y mirar al techo cuatro veces y al papel otras tantas, escribió lo siguiente: «... Y como sabemos que la opinión pública es la única norma de la política; como sabemos que los gobiernos que no se guían por la opinión pública elaboran su propia ruína con la ruína del país, nos decidimos hoy á alzar nuestra voz para indicar el peligro.
En el sitio llamado Rincon de los Toros, cerca de San José de los Tiznados, la noche del 16 de Abril, una partida de realistas á favor de la oscuridad, penetró osadamente en el campamento de Bolívar, habiéndose este visto en peligro de perder la vida, que el cielo le conservó una vez mas como necesaria al triunfu de la santa causa.
Es una operación sencillísima, que está resuelta desde hace mucho tiempo, y que puede realizar cualquiera sin el menor peligro. Comprenderán ustedes, sin embargo, que después de reunir aquí a tan buenos amigos, yo no voy a defraudar su expectación.
Pasada la excitación del peligro, y al apreciar fríamente la gravedad de éste, sintió una cólera vengativa, más intensa que la que le había impulsado hacia la puerta en la noche anterior.
Su primer cuidado fué asegurarse del caudillo principal Luis Laso de la Vega, que prendió por sí mismo en la casa que habitaba, llamándole por su nombre, á que contestó agriamente, porque se le incomodaba: pero reproduciéndole desde afuera que se hallaba en gran peligro, porque estaban ya muy cerca las armas del Rey, se levantó, y medio vestido salió en persona á la puerta con un trabuco en la mano.
Mesas derribadas, sillas desvencijadas, botines solitarios en medio del cuarto y en los rincones, sobre los revueltos lechos, los combatientes inertes, exhaustos. El cuarto diplomático había sido respetado, y ganamos nuestras camas con la sensación deliciosa del peligro evitado.
Batiste, para burlarse de su propia inquietud, exageraba el peligro mentalmente. ¡Magnífico lugar para soltarle un escopetazo seguro! Si Pimentó anduviese por allí, no despreciaría tan hermosa ocasión. Y apenas se dijo esto, salió de entre las cañas una recta y fugaz lengua de fuego, una flecha roja, que al disolverse produjo un estampido, y algo pasó silbando junto á una oreja de Batiste.
Comenzaba ya a caer la noche. »Muy bien, no hay ningún peligro, pienso, y entro en la casa. »En el momento en que abro la puerta de la sala, distingo en el crepúsculo una sombra que se desliza precipitadamente hacia afuera. »¿Quién puede ser? me digo. »Y la sigo. »En el cuarto del niño, ¿a quién encuentro?
Palabra del Dia
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