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Actualizado: 18 de junio de 2025
Las aguas toman vida; aquel que una vez tan sólo las ha visto venir rugiendo por el declive violento del río, enroscarse sobre sí mismas, caer atormentadas y frenéticas al peldaño gigante, y de allí lanzarse al abismo, en medio del estertor que resuena en la montaña y va a herir el oído del viajero que cruza silencioso las cumbres, aquel que ha visto ese cuadro, no lo olvida jamás, aunque vuelva a habitar las llanuras serenas, los campos sonrientes o las vegas llenas de flores.
En el último peldaño de la escalera encontraron otro obstáculo: dos muchachuelas y tres nenes, uno de estos en mantillas, interceptaban el paso. Estaban jugando con arena fina de fregar. El mamón estaba fajado y en el suelo, con las patas y las manos al aire, berreando, sin que nadie le hiciera caso.
Canterac, al pisar el primer peldaño de madera, se detuvo para decir á su compañero: No debía entrar. Esta casa pertenece al intrigante Pirovani, hombre que aborrezco... Pero temo que la marquesa se queje si no me ve en su reunión. Moreno, que era amigo de todos y no llegaba á enfadarse verdaderamente con nadie, creyó necesario defender al ausente.
Y giró sobre los talones y se metió pugnando por no reír en el portal de la casa de su madrastra. Una vez dentro de él, quedose repentinamente serio al pensar que antes de tres minutos iba a encontrarse frente a ésta. Era un momento solemne. Subió lentamente la escalera, creciendo su emoción a cada peldaño que iba salvando.
En los diez meses que lleva en esta casa todavía no le hemos visto un día triste. Cuando no está arriba tocando el piano, está aquí jugando con los niños. No se conoce, no, señorita, que haya tenido pérdidas. Elena sintió que flaqueaba su valor. Con permiso de usted voy a subir... ¿Dónde está la escalera? La buena mujer la condujo hasta el primer peldaño de una escalerita estrecha y obscura.
Por Romualda, a quien hallamos una mañana subiendo casi a gatas la empinada escalera de una casa de la calle de la Ruda, supimos que López llevaba con poca resignación su desgracia. Romualda subió tanto y tanto, que una noche la hallaron detenida en el peldaño octogésimo. Estaba prosternada, como besando la escalera. Tanto subió que sin pensarlo había llegado al cielo. López fue al hospital.
Cruza su rico traje de terciopelo obscuro con pasamanería de oro una banda roja: al fondo hay un cortinaje rojo, y sobre un almohadón se ve el sombrero de terciopelo con plumas blancas. El enano, situado un peldaño más abajo que su amo, vuelve hacia éste la enorme cabeza: lleva amplia valona lisa y cadena al cuello; un delantal le cubre la parte inferior del cuerpo.
En esto de admirar a las artesanas de Sarrió, no hay inglés que nos ponga el pie delante. En el elemento femenino de los bailes había siempre perfecta homogeneidad: todo él se componía de jóvenes situadas en el mismo peldaño de la escala social. Pero en lo que toca al masculino, existía peligrosa variedad: acudían a aquel sitio los jóvenes artesanos y los señoritos de Sarrió.
Vivió expatriado gran parte de su vida en América y Filipinas. Aquí fué redactor de "El Comercio" y "El Diario de Manila", donde publicaba versos a diario bajo el pseudónimo Peldaño. En Manila editó su libro Poemas relámpagos. En Madrid estampó otro con el título de Baraja de sonetos, porque contenía cuarenta. Colaboró también en la Prensa de la corte, singularmente en la ilustrada.
Y otra voz silbada y misteriosa, la voz del viento en las ramas secas del plátano, le murmuraba con prolongado susurro: Sube, sube, sube. Subió. Al llegar al segundo peldaño tropezó pisándose el traje por delante, y sólo entonces echó de ver que su bata de merino negro, manchada por la asistencia, arrugada por las vigilias, era muy fea y de corte asaz descuidado.
Palabra del Dia
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