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Actualizado: 5 de octubre de 2025


No piensa, no discurre, sino de una manera torpe y rudimentaria. Como está bautizado, cuando muera se salvará. Si no estuviese bautizado, iría al limbo de los niños. Este es mi dictamen, meditado con mucha gravedad e ilustrado con el parecer de autorizados teólogos. Belarmino es un idiota de nacimiento y no ha podido pecar nunca.

El engreimiento y la soberbia se han apoderado de y me han hecho pecar acaso mortalmente. ¿Y cómo es eso? interrumpió doña Inés, sorprendida y sobresaltada. Te diré la verdad contestó Juanita . Yo no he querido huir del peligro, sino buscarlo y arrostrarlo para triunfar de él. No he querido siquiera considerarlo peligro y lo he despreciado.

Otros peores se hicieron santos. Cuidado cómo habla con nadie que venga á esta casa. Trabajará usted en cuanto se le mande continuó Paz, añadiendo un artículo á aquel código fatal. Pero no por, exceso indicó oficiosamente doña Paulita, que el trabajo es bueno para ahuyentar las ocasiones de pecar; pero con exceso es malo. No será con exceso.

Mire que yo vengo confesado desde Bayona, y de allá aquí, maldito si tuvimos ocasión de pecar, ni aun venialmente, mi compañero y yo, como no sea pecado viajar por estas tierras. Calle dijo el padre, y mejor para su alma. En nombre del Padre, y del Hijo... ¡Ay Dios mío! exclamó el viajero, erizados los cabellos, que han creído en este pueblo que traemos los malos y nos conjuran.

Esta confianza llegó a pecar de excesiva en algunas ocasiones. Al menos así lo pensó el P. Gil. Obdulia se autorizaba de vez en cuando algunas familiaridades que le chocaban, y en ocasiones llegaron a turbar momentáneamente la limpidez de su conciencia. Un día le habló de sus apuros económicos.

Dejo de referir aquí, para no pecar de prolijo, los lamentos y quejas de esta dama, las muestras de dolor y de enojo, combinadas con las de piedad, al creerme víctima de un amor desesperado por ella, y los demás extremos que hizo, y a los cuales todo atortolado no sabía yo qué responder ni cómo justificarme. Pero no fue esto lo peor, ni se limitó a tan poco la maldad de la chacha Ramoncica.

Estaba embebecida en su pena, diciendo: «Pecar, llámote necesidad y digo la mayor verdad del mundo... Pues no necesitando, ¿qué mujer habrá tan tonta que no desprecie a toda esta canalla de hombres?». Pez, un poco más tierno, díjole que notaba en ella algo de extraño, tristeza, quizás preocupaciones graves. Esta indicación la consideró ella como una feliz coyuntura para decir algo.

Hízole suspender la lectura, y abordando de frente la cuestión, le dijo que por su propio interés, por no pecar de ingrato y en gracia de Josefina, era necesario que Félix Aldea volviese como antes a frecuentar la casa.

Por hoy, con todo y para no pecar de prolijo, diré que en Málaga se conserva la tradición literaria, poética y erudita, a cuyo frente descuella en el siglo pasado el Marqués de Valdeflores, y a principio del siglo que va a terminar el elegantísimo poeta D. Juan María Maury.

Es, pues, evidente que para quitarte de encima el pecado contra el séptimo ibas á pecar contra el cuarto, deshonrando á tu madre y á tu padre, que padre sería siempre el que te tuvo por hijo, te crió, te alimentó y te educó, aunque no te engendrara. Tiene V. razón, P. Jacinto. Y, sin embargo, los bienes que no son míos, ¿cómo sigo gozando de ellos? ¿Y quién te dice que goces de ellos?

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