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Actualizado: 9 de junio de 2025


Mina acariciaba la nuca de su hijo, y éste acogía la amorosa protección con un runruneo sordo, lo mismo que una bestezuela doméstica que siente disiparse su pavor. Pero el pensamiento de la madre estaba cada vez más lejos de Karl. Todo él era para Ojeda, que la devolvía a su pasado.

Mil veces se maldijo el desdichado, Por ver que fué la causa de la muerte De Liropeya, andando tan penado, Que mal siempre decia de su suerte. "¡Ay triste! por saber que fuí culpado De un caso tan extraño, triste y fuerte, Tendrè, hasta morir, pavor y espanto, Y siempre viviré en amargo llanto."

Mas que a Rocchio no le tocaran al bolsillo, su punto vulnerable, porque entonces ya no respondía de mismo; salía a su defensa con aquella voz tonante, que infundía pavor cual una descarga de metralla, y levantando sus puños formidables, dispuesto a aplastar, como un insecto, al que cogiera debajo.

Su grito de pavor fue ahogado por el de su compañero. Más rápido que el pensamiento, el joven, se tiró del caballo y levantó en sus robustos brazos a la linda desmayada. ¡Eva! ¡Mi querida Eva! exclamó transportado por irresistible entusiasmo.

Muchos relatos, allá en la torre solariega, le habían hecho saber lo que era el peligro de la rabia y el pavor que esparcía por los pueblos y campiñas aquel hocico agazapado que iba sembrando el furor y la muerte.

Lo único que le infundía cierto pavor en esta naturaleza grandiosa y muda, á través de la cual habían pasado y repasado sus ascendientes, eran los poderes misteriosos y confusos que parecían moverse en la soledad. Ovejero tenía un alma religiosa á su modo y propensa á las supersticiones.

Se encogió, se envolvió toda en su manta, escondiendo los pies, las manos y la cabeza; pero las ratas corrían por encima, y saltaban, iban y venían con una algarabía espantosa. También contribuyó á aumentar el pavor de la niña una disputa que en el tejado vecino se trabó entre dos gatos bullangueros que lanzaban maullidos lúgubres y desentonados.

Porque ¿dónde mayor desventura que enviudar a los veinticuatro años siendo hermosa y viéndose amada? ¡Qué espantoso rastro de pavor dejó en su pensamiento aquella noche del 31 de Octubre al 1.º Noviembre! ¡Cómo lo recordaba todo hasta con los menores detalles!

Al llegar a Palencia, dejolos la vejezuela y subió un hombre grave, decentemente vestido, silencioso. Se parece a papá dijo Lucía en voz baja a Miranda . ¡Pobrecillo! Y esta vez sólo un suspiro pagó la deuda del amor filial. Caía ya la noche; andaba el tren lentamente, como si temblase de pavor al confiarse a los raíles, y observó Miranda que llevaba notable retraso.

Esa música espontánea Que produce la natura, Cual tus cantos, sin cultura, Y ruda como tu voz, Tal vez en noche callada, De blanco cráneo en los huecos, Produce los tristes ecos Que oye el pueblo con pavor.

Palabra del Dia

rigoleto

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