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Actualizado: 9 de julio de 2025
Los marineros que permanecían sobre cubierta, á cada momento quedaban anegados. ¡Espantoso caos que duró cuatro horas y de noche... un siglo, lo bastante para hacer criar al pelo canas!... Así son las tempestades australes; tan terribles, que hasta en tierra los naturales que las presienten se llenan de pavor y se esconden en sus cavernas.»
Puestos en cuclillas escuchaban con atención religiosa el repiqueteo de los tamborcillos pendientes de las muñecas de sus jefes, instrumentos que servían á la vez para sus fiestas y para transmitir órdenes. La imagen de su esposa Guadalupe iba unida siempre á estos recuerdos de la guerra. Al principio la mujer mostraba cierto pavor; el silbido de las balas parecía irritar sus nervios.
Ya se sabe que siendo el objeto de la caballería producir un gran sacudimiento y pavor en las filas enemigas por la violencia del primer choque, cuando éste no da el resultado apetecido, y se empeñan combates parciales entre los caballos y una numerosa infantería, los primeros corren gran riesgo de desaparecer, brutales masas, devoradas en aquel hervidero de agilidad y destreza.
Huyó espantado del suceso don Baltasar de Peralta, y mi pariente Francisco Rivalta salió tras él, siguiéndole sañudo y loco, y sin poder alcanzarle, que no hay quien alcance al que huye llevando el pavor en el alma.
Oye, Montiño: si te vuelves á permitir burlas conmigo, te doy una paliza, ¿me entiendes? El cocinero mayor se acobardó. Y si te niegas á servir á Dorotea te llevo á la horca. Entróle pavor á Montiño. ¿Pero en qué hay que servir á Dorotea? Puede suceder que Dorotea quiera matar á alguien. ¿Y se valdrá de mí? Ya lo creo; en tu casa no es ya nuevo el veneno.
El odio, el desprecio, la malignidad sin provocación alguna, el deseo gratuito de ser perverso, de ridiculizar todo lo bueno y santo, se despertaron en él para tentarle al mismo tiempo que le llenaban de pavor.
Forma esta pieza un vasto cuadro, de severa magnificencia, cuyo techo, pintado por Maella, representa una alegoría capaz de infundir pavor a todos los grandes personajes que por allí pasan, destinados a figurar en la historia: la Verdad, descubierta por el Tiempo.
Aborrecíale en aquellos momentos más que si viniera á darle la muerte; y le inspiraba más pavor que si fuese satanás en persona. El monstruo miró al autor de un modo que le hizo temblar; alargó la mano pronunciando palabras que aterraron al infeliz, cual si fueran anatemas de la Iglesia ó sentencia de inquisidores.
Llenose el aire de deseos torpes, de citas culpables, de hedor de riqueza mal ganada, de gemidos de tristes faltos de consuelo, de llanto de pobres olvidados. Viento de pavor heló los corazones. Allí fue el rechinar de dientes y el crujir de huesos de que habla la Escritura.
La herida, que fue en el pecho, lejos de contenerle, le enfureció más; y dando un espantoso rugido, arrancó hacia mí atropellando a Canelo, que en vano había hecho presa en una de sus orejas. Faltándome terreno en que desenvolver el recurso de la escopeta, di dos saltos atrás empuñando el cuchillo; pero ciego ya de pavor y perdida completamente la serenidad.
Palabra del Dia
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