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Actualizado: 6 de julio de 2025


Su hermano, ¿está Vd.? es cura y ha venío hace cosa de dos meses; y como es cura y muy carca, les está golviendo tarumba, y trae la casa patas arriba; quié que vayan a misa, que recen más que un ciego; en fin, que no le puén aguantar... ni yo tampoco. ¿Por qué? Hasta conmigo se ha metío el muy lioso.

PASTEL DE CONEJO. Se deshuesan y pican muy menudo las patas y lomo del conejo, agregando ternera y jamón; se pone en el fondo de un molde unas lonjas de tocino crudo; encima picadillo; encima trocitos del resto del conejo, picadillo, lonjas de tocino; se pone en el horno hasta que se conozca que está; se escurre el jugo y se deja enfriar.

Pues bien; a la mañana siguiente, Azorín ha visto que los despojos de este saltador pendían de una de las paredes; lo cual indica que Ron lo había devorado durante la noche. Ha soltado también Azorín en la caja una tejenaria, o sea una de esas arañas domésticas de largas patas. ¿Qué ha sucedido con esta tejenaria?

Celinda permanecía invisible, y él no osaba presentarse en la puerta de la casa, por miedo á que la hija de Rojas le recibiese hostilmente. Otra vez el pequeño Cachafaz apareció junto á las patas de su caballo, con una oportunidad providencial. Dile á la señorita Celinda si puedo entrar á saludarla.

Suelta á la pantera de nuestra historia gritaba el médico; déjala en libertad, después que ha costado un siglo de esfuerzos colocar ante ella unos barrotes por entre los cuales saca las patas siempre que puede, y ya verás cómo corresponde á tu candidez de liberal á la antigua. ¿Y qué quieres? preguntó Sánchez Morueta. ¿Matarla? ¿Crees que eso es posible, de un golpe?

¡Estamos en salvo! Gracias a que hemos venido por ahí detrás, que por la carretera ya nos habían atisbao. ¿Cómo tienes las patas? Chico, ahora muy mal; pero mientras veníamos corriendo, casi no las sentía.

Y al fin Montiño se vió delante del tío Manolillo, que con los ojos como brasas, amenazador, terrible, le mostraba una escudilla de madera en la cual había algunos berros, y los muslos, las patas, los alones y el caparazón de una perdiz, todo verde, como los berros sobre que estaba.

Y cuando unos tíos repugnantes llegaron en un carro para llevarse su caballo á la «Caldera» , donde convertirían su esqueleto en hueso de pulida brillantez y sus carnes en abono fecundizante, lloraban los chicos, gritando desde la puerta un adiós interminable al pobre Morrut, que se alejaba con las patas rígidas y la cabeza balanceante, mientras la madre, como si tuviese un horrible presentimiento, se arrojaba con los brazos abiertos sobre el enfermito.

Comprendió que era necesario salir de él á toda costa, si no quería fenecer de un empacho de bilis. Y determinó volverlo todo patas arriba con un golpe de audacia, súbito, inesperado.

Correr a su lecho, registrar cobertores y sábanas, mirar por detrás de la cama, sondar los colchones y el somier, sacudir los muebles próximos, y poner patas arriba cuanta cosa había en el cuarto, fue obra de pocos instantes. ¡Pero nada! ¡nada! ¡nada!

Palabra del Dia

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