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¡Escúchame, desgraciado, tengo un medio de salvarte, un medio supremo; ya lo verás: el prestamista me ha concedido un plazo de veinticuatro horas, ¿sabes? y en estas veinticuatro horas se puede volver el mundo patas arriba, figúrate. Yo por un lado, por el otro: cavaremos, cavaremos hasta encontrar esa suma.

Vestida de colorado y tan gorda, parecía un tomate enorme con patas. Y luego, ¡qué desvergüenza! Durante toda la misa estuvo su novio a la vera de ella, todavía de judío, como había figurado en la procesión. ¡Buena hidalguía está la de Pepito, el hijo del albardonero! En vez de mercarle traje tan costoso, su padre debió hacerle una albarda, que no le vendría mal.

Como los palomos no comen sino del pico de la madre, Fortunata se los metía en el seno, ¡y si vieras qué seno tan bonito!, sólo que tenía muchos rasguños que le hacían los palomos con los garfios de sus patas.

Los del gobierno municipal le acompañaron en su ascensión, mientras toda la escolta avanzaba por las tres patas de la mesa que se mantenían intactas. Flimnap presentó sus acompañantes á Gillespie; y como éstos no entendían el inglés, le pudo recomendar al mismo tiempo que fuese prudente. Estos señores se contentan con que permita usted el registro de sus bolsillos.

PICHONES CON ACEITUNAS. Después de limpios y colocados los pichones con aceite, vino blanco, caldo, cebolla y perejil, se tapan y dejan hervir; cuando están a punto se pasa la salsa y se le agregan aceitunas deshuesadas. MENUDILLOS DE PAVO A LA PAISANA. Por menudillos de ave se entiende cuellos, patas, alas, hígados y corazones.

Y poniéndose en cuatro patas, comenzó a dar vueltas por la estancia, lanzando tales y tan verdaderos maullidos, que Julita quedó suspensa y estática, creyendo tener delante de y en realidad un individuo de la raza felina. Como no era cosa de dejar pasar tan oportuna ocasión de dar a conocer sus benévolos sentimientos hacia esta familia, dijo con profunda convicción: Mamo, apo.

Entonces, apoyado en nudoso tallo, cortado a la subida, bajaba yo lentamente, cargado de flores: irídeas de subido escarlata, que a millares crecen entre las piedras de la vertiente; «patas de león», simpáticas moradoras de las umbrías; buvardias que se me antojan talladas en coral; helechos que parecen tiras de raso; musgos raros; frutos desconocidos; guías enflorecidas de cierta campánula blanquecina que huele a miel virgen.

Para el forzudo Batiste era un arma terrible este asiento de fuertes travesaños y gruesas patas de algarrobo, con aristas pulidas por el uso.

, pero no por mucho tiempo... Como nada se oponía al matrimonio, éste debía celebrarse dentro de seis semanas. Una horda de tapiceros, de carpinteros, invadió mi querido Ilgenstein y lo puso patas arriba. Todos mis deseos se veían contrarrestados por la frase: ¡Oh, señor barón! ¡eso no es de buen gusto!

Había explotado una fulminante epidemia de rabia. Una hora antes acababan de perseguir a un perro en el pueblo. Un peón había tenido tiempo de asestarle un machetazo en la oreja, y el animal, babeando, el hocico en tierra y el rabo entre las patas delanteras, había cruzado por nuestro camino, mordiendo a un potrillo y un chancho que halló en el trayecto. Más noticias aún.