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Actualizado: 20 de noviembre de 2025


No eran sólo tortadas: había mantecadas, sequillos, almendrados; había también naranjas, naranjas de vuestro huerto, en el que yo tantos ratos he pasado. He descubierto entre ellas dos que estaban juntas en un mismo tallo. Y en el tallo tenían prendido con un alfiler un papelito con un letrero que decía: «Estas las he cogido yo en el huerto para ti».

Había pasado el domingo en una pequeña viña que tenía cerca de Jerez un corredor de vinos, antiguo compañero de armas del período de la Revolución. Todos los admiradores habían acudido al enterarse del regreso de don Fernando.

Pasado tiempo escribió dos cartas, la una para el capitan de dicho fuerte, en que le pedia caballos y mulas para conducir al fuerte su gente y equipaje; y otra para , en que me suplicaba intercediese con dicho capitan para que con brevedad las despachase: estas dos cartas las trajo dicho práctico.

Porque hay que hacer constar que, aunque la riqueza y la opulencia de Sevilla en los siglos XVI á XVII era grande, ésta ha sido con exceso ponderada por los adoradores del pasado; que los documentos y las memorias coetáneas de aquellos tiempos prueban de manera bien clara que la abundancia, el lujo y las sobras eran sólo para el clero y para los nobles, mientras cientos y cientos de seres vivían en la mayor miseria y sufriendo todo género de privaciones, sin que sus lamentos fueran oídos, ni por nadie de los que podían, se atendiese á remediar tamaños males.

9 E hizo juntar a todo Judá y Benjamín, y con ellos los extranjeros de Efraín, y de Manasés, y de Simeón; porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que el SE

La pobre Varmen quedó atribulada; y al domingo siguiente, cuando fué al lugar, le contó al cura, que era su confesor, lo que le había pasado con el guarda, y tenía perturbado su ánimo, hasta entonces tan sereno.

Después de haber pasado el desfiladero, encuentro aún algo que fueron islas en otro tiempo, curvas, rápidas corrientes, cascadas: hasta encuentro fuentes extinguidas que reconozco por la humedad de la arena y las fisuras rocosas. El borde desde donde se lanza una cascada lo forman dos raíces enlazadas, sujetas sólo por un lado, encrustadas en la arcilla.

En suma, y sea de ello lo que se quiera, la Condesa deseaba que su hijo no consumiese la mocedad toda en galanteos y diversiones, sino que se hiciese hombre formal y de pro, y añadiese a la nobleza heredada nuevo lustre y blasones con la adquirida por su talento y demás prendas personales. Ya sabemos que el Conde había pasado el verano sin salir de Madrid. La Condesa no había salido tampoco.

Costa, que ya nada tenemos que hacer aquí. Hemos seguido una pista falsa. Vamos a cerciorarnos de ello y en seguida emprenderemos la marcha otra vez. En efecto, aquella misteriosa secuestradora no era otra que el ama de gobierno de D. Ricardo Fanjul, un rico propietario viudo. El niño era su hijo, que había pasado algunos días en Madrid en casa de una hermana.

Faltaban dos días para vencer los primeros giros que había hecho a cargo de su misma casa, y seguía bajando desastrosamente el papel en que había invertido aquellos fondos, cuando recibió el siguiente lacónico telegrama de su apoderado: «Casa A... suspendió pagos; necesito fondos vencimientos pasado mañana. Consternación plazaEste golpe era terrible para don Simón.

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