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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Segismundo no participaba de tal opinión, y estuvieron discutiendo sobre esto con selectas razones de una y otra parte, quedándose cada cual con sus ideas y su convicción, y resultando al fin que la fruta cruda bien madura es cosa muy buena, y que también lo son las compotas, si el repostero sabe lo que trae entre manos.
Lo que mejor caracterizaba al duque era el ardiente deseo de ver satisfecha una aspiración constante de su vida, una exigencia de su imaginación que participaba de la seriedad de la ambición y la ridiculez del capricho: ser senador. Y si además de ser senador pudiera serlo de por vida... ¡Senador vitalicio!
De muy distintas impresiones participaba el jorobado Osuna, administrador de Montesinos, en aquel momento. Ya sabemos que se había situado lo más cerca posible de D.ª Teodora. Era también un hombre místico a su manera; pero en vez de buscar la unión con la Divinidad en abstracto, se placía en realizarla de un modo concreto, por mediación de las mujeres gordas y frescas.
Don Mariano, su esposo, participaba de la misma convicción, aunque en otra época, tanto el poeta lírico como el comerciante le habían causado grandes desasosiegos y turbado no pocas veces la paz de sus relaciones amorosas. Pero era hombre justificado y amigo de dar a cada uno lo suyo.
Por otra parte, tampoco Miguel era de natural melancólico, como ya sabemos; Julia y él se entendían admirablemente para bromear, reír, bailar y hasta brincar por la casa. Y como la alegría es contagiosa, algunas veces, muy pocas, también la brigadiera participaba de ella y sonreía a sus juegos.
Pero conozco cuán anticuadas son sus ideas al respecto, pues es usted de los que creen que una mujer debe casarse sólo por amor.» La lectura de estas cartas dejó impreso vívidamente en mí un hecho decisivo, y fue: que si el tal Dawson participaba secretamente de la fortuna de Blair, no tenía necesidad ciertamente de obtener su secreto por medios infames, puesto que lo conocía.
Mamá llora y dice: «¡Pobrecita hija! Si se la ha de llevar un hombre, más vale que sea este señor de la levita larga, que ya entiende de jabones». Ya veras qué bien se arregla todo. No participaba yo, como he dicho, de su optimismo. El cuadro sinóptico del bendito señor me traía loco.
Mientras María participaba con el gran cantante de la desaforada ovación que le ofrecía un público, que de rodillas los veneraba humildemente, se representaba una escena de diferente carácter en la pobre choza de que ella saliera poco más de un año antes. Pedro Santaló yacía postrado en su lecho. Desde la separación de su hija no había levantado cabeza.
Los amigos de Belinchón andaban, los días que siguieron a la llegada de aquél, satisfechos y rozagantes, mirando a sus enemigos con ojos provocativos. «Temblad, petates, temblad» parecían decirles con la mirada. El mismo don Rosendo, tan magnánimo, tan filósofo, tan humanitario, participaba de aquel rencor implacable, deseaba ardientemente el exterminio de sus contrarios.
Irritado a causa de este apartamiento, acabó por hablarle con hostilidad. Era un Maltrana distinto al de los días anteriores. Nélida le había influenciado, participaba de sus odios, y tal vez por esto huía de él como si fuese un enemigo.
Palabra del Dia
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