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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Un oficial se descuidaba su bolsa, y el joven Kernok la recogía cuidadosamente, pero sus camaradas tenían parte en el contenido; si robaba ron al capitán, lo partía también escrupulosamente con sus amigos.

Los canes, después de olisquear a Maltrana y su compañero, adivinando su carácter de intrusos, juntábanse sobre un puente, del que partía el camino que sus amos habían de seguir.

Algo, sin embargo, le sacó repentinamente de su egoísmo amoroso; algo que ensombrecía su gesto, partía su frente con una arruga de preocupación y le había hecho ir á bordo. Cuando quedó sentado en la gran cámara del buque, frente á su segundo, apoyó los codos en la mesa y comenzó á chupar un grueso cigarro que acababa de encender.

Y exponía su plan con entusiasmo. Una partía, y agarramos a un richachón de allá y lo secuestramos; le peímos a la familia unos cuantos millones, con la amenasa de que le vamos a cortá las orejas; nos dan los millones, nos los repartimos como güenos hermanos, y antes de seis meses estamos de güerta y ricos. Una partía que tendría mucho que ver. Usté, don Isidro, sería er capitán.

A este patio venía a parar una anchurosa escalera de piedra con balaustrada de la misma materia. Estaba ya gastada y necesitaba reparos en algunos sitios. En el primer descanso esta escalera se partía en dos brazos, uno de los cuales conducía a las habitaciones de los señores y otro a la de los criados.

¡Jesús! ¡Está usted herido! exclamó el padre Gil, viendo correr algunas gotas de sangre por las mejillas de su compañero. Al mismo tiempo le levantó un poco el sombrero y vio que tenía un fuerte golpe en la frente, de donde partía la sangre. ¡Pero esto es una indignidad! Vamos a dar parte en seguida al juez...

El pobre diablo acababa de llegar de Terranova y a fin de mes partía para los mares de la China, donde había de permanecer cinco años, y encontraba muy natural abrazar a su mujer, entre dos viajes. La librea de sus criados le hizo guiñar los ojos, y los esplendores de su mobiliario le acabaron de deslumbrar.

Sonrió al enterarse de que Ulises quería salir inmediatamente para Nápoles. «Hace usted bien...» El tren partía dos horas más tarde. Y lo metió en un coche de alquiler, desapareciendo con precipitación. El capitán, al quedarse solo, casi creyó que había soñado lo de los días anteriores. Volvía á ver Palermo después de una ausencia de largos años.

¡Luciana!... Mi corazón se partía en el momento de perderla, y comprendía, sin embargo, que decía la verdad. Y esto era lo más amargo de todo. Luciana se levantó lentamente. Olvide usted que me ha amado. Yo me acordaré siempre... y ese recuerdo será el más dulce de mi vida pasada... Me hizo con la mano una seña de adiós, y salió de la sala. Yo no la retuve...

Partía de una ciudad para trabajar en el otro extremo de España, y cuatro días después retrocedía, toreando en una población inmediata a aquélla. Los meses del verano, que eran los más abundantes en corridas, casi los pasaba en el tren, en un continuo zigzag por todas las vías férreas de la Península, matando toros en las plazas y durmiendo en los trenes.

Palabra del Dia

rigoleto

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