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Actualizado: 28 de junio de 2025
No hai linaje alguno de duda en que debió su formacion al propósito de querer que los judíos pareciesen menos aborrecibles á los ojos del vulgo, i aun de los nobles; i de mitigar tambien las cruelisimas persecuciones que en tiempos modernos sufrian por el tribunal del Santo Oficio.
Bien dice la madre Pipota dijo la Escalanta. Y echando mano a la bolsa, le dió otro cuarto, y le encargó que pusiese otras dos candelicas a los santos que a ella le pareciesen que eran de los más aprovechados y agradecidos.
No ha sido desconfianza por parte de ella dije, metiéndome en camisa de once varas . Es que temíamos que a usted le pareciesen mal estos amores y nos los privara.
Tomè esta resolucion, fundado en que la animalada empezaba á perecer en aquella tierra, donde no pueden vivir si no seis ú ocho meses; en que con mi retiro se ahorran 600 pesos mensuales en sueldos y raciones de peones y capataces; en que los Portugueses, que conocen mejor que nosotros que el Igatimí es pestilencial en los últimos y primeros meses del año, no han de venir á lo menos hasta el Mayo pròximo, y en mi juicio en muchos años, ó hasta que se decida cual es el verdadero Igurey; y finalmente me fundo en que, habiendo ya dejado en Curuguatí todos los artículos de almacen que pueden entorpecer mi marcha, podré transferirme á dicha villa en el tiempo que los Portugueses, desde Igatimí, en caso que pareciesen, que es cosa que miro muy distante: y lo indica el decir, que ha pasado al Janeiro, con el fin de curarse, el astrónomo; siendo así que pudiera mas bien decirse que vá á buscar la muerte, porque San Pablo es el país de la salud, como el Janeiro de la enfermedad.
La verdad es que llegué a la puerta, adonde estaban jugando hasta una docena de diablos a la pelota, todos en calzas y en jubón, con valonas guarnecidas con puntas de randas flamencas, y con unas vueltas de lo mismo, que les servían de puños, con cuatro dedos de brazo de fuera, porque pareciesen las manos más largas, en las cuales tenían unas palas de fuego; y lo que más me admiró fue que les servían, en lugar de pelotas, libros, al parecer, llenos de viento y de borra, cosa maravillosa y nueva; pero esto no me admiró tanto como el ver que, siendo natural de los jugadores el alegrarse los gananciosos y entristecerse los que pierden, allí en aquel juego todos gruñían, todos regañaban y todos se maldecían.
No me matar por no hacer bien las cosas que él no había de ver; y ponerme a reñir, donde lo oyese, con la gente de servicio, porque pareciese tener gran cuidado de lo que a él tocaba. Si riñese con algún su criado, dar unos puntillos agudos para le encender la ira y que pareciesen, en favor de el culpado.
Muy natural era, pues, que la gran familia benedictina alcanzase mayores beneficios allí donde mas servicios habia prestado, y que en las naciones de Europa mencionadas llegase á haber monasterios como el de S. Galo, el de Fulda, el de Murbaquio, el de Campidonia, el de Wisemburgo, el de Hirsfelden, etc., que mas que casas conventuales pareciesen, á semejanza de la de Monte Casino, verdaderas ciudades.
Con este motivo se pasaron al Fiscal de aquel reino nueve volúmenes de autos, que se conservaban en los archivos, para que aconsejase las medidas que le pareciesen mas conducentes á llenar los objetos consultados. Este magistrado procedió en su exámen con los principios del criterio legal, que no duda de lo que se apoya en declaraciones juradas, explícitas, concordes y terminantes.
Estaba ella casi en paños menores, mas no considerando el momento propicio al amor, en seguida se vistió y calzó; arrebujose en una bata, y al ver a don Juan que volvía de su cuarto palmatoria en mano, le dijo: Ven, siéntate aquí; la verdad... nada te pido... Y rompió de nuevo en llanto. Nunca había visto él llorar así: en vano quiso que aquellas lágrimas le pareciesen falsas o ridículas.
Su vida era muy metódica; no se le permitía leer nada, ni él lo intentaba tampoco, y siempre que iba a la calle, doña Lupe le fijaba la hora a que había de volver. Ni una sola vez dejó de entrar a la hora que se le mandaba. Para que tales días se pareciesen más a los de marras, el único gusto del joven era pasear por las calles sin rumbo fijo, a la ventura, observando y pensando.
Palabra del Dia
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