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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Y no paré de correr hasta no poner algunas leguas entre la villa de Madrid y el hijo de mi padre. Preciso es dijo entre sollozos la tía María ocultarle esta desdicha al pobre tío Pedro. ¡Ay!, ¡qué dolor!, ¡qué dolor! ¿Y quién había de tener valor para decírselo! repuso Dolores . ¡Pobre María! Hizo lo del español, que estando bien quiso estar mejor; y cate usted ahí las resultas.
Me paré un momento, y contemplé el blanco edificio, casi sin ventanas, quemado por el calor y los rayos solares de trescientos veranos, levantándose como un baluarte como en un tiempo lo fue contra el fondo de los purpúreos Apeninos. Escuché el sonido de la vieja campana que emitía sus llamamientos con la misma nota antigua, con la misma voz vieja de los siglos pasados.
¡El gabinet del güelo, pare! imploraba el muchacho . ¡El gabinet del güelo! Por obtener el cuchillo del abuelo sería cura, y hasta si era preciso viviría solitario, de la limosna de las gentes, como los ermitaños que estaban a orillas del mar en el santuario de los Cubells. Al recordar el arma venerable, brillaban sus ojos con fulgores de admiración y se la describía a Febrer. ¡Una joya!
Hubo un silencio de angustia, pero el valentón, pasado el primer movimiento, permaneció en su silla. Don Luis dijo con una mueca de adulación. Usté es el único hombre que puede jaser eso. Usté es mi pare. ¡Y porque soy más valiente que tú! gritó con arrogancia el señorito. Eso afirmó el matón con otra sonrisa aduladora.
Te he olvidado un instante, ¡pero un instante nada más! ¡Por piedad! ¡No me niegues tu cariño!... ¡Mira que sólo vivo para tí, para tí, Linilla mía! No paré mientes en la música. Cuando dejó de sonar el piano advertí que Gabriela estaba cerca de mí. ¡Qué de noticias interesantes traerán los periódicos, Rodolfo, cuando abismado en la lectura no ha oído usted la sonata aquella...!
Hasta entonces paré mientes en que el pobre, el que vive de un sueldo mezquino, está a merced de quienes le pagan. ¿Qué hará si le echan a la calle? ¿Qué hará, si, lastimado en su honradez y en su dignidad, protesta de su inocencia, y toma el sombrero, y se va? «¡No hará tal! dice el amo. ¿Qué come mañana? Tiene hijos, esposa...» Y fiado en esto le ultraja y atropella sin piedad.
Es verdad dijo Jaime, realmente avergonzado de su olvido. El Capellanet, que saboreaba orgulloso el éxito de estos consejos, tuvo un sobresalto al mirar por el hueco de la puerta. ¡El pare!... Pep subía la cuesta lentamente, con los brazos atrás y el aspecto meditabundo. El muchacho se alarmó al verle. Indudablemente, venía malhumorado por las recientes noticias: no le convenía encontrarse con él.
Al anochecer, Barret, que estaba como anonadado, y tras la crisis furiosa parecía caído en un estado de sonambulismo, vió á sus pies unos cuantos líos de ropa y oyó el sonido metálico de un saco que contenía sus herramientas de labranza. ¡Pare!... ¡pare! gimotearon unas voces trémulas.
Allá en lo alto está el dios Siva, que destruye y crea: allí también la diosa Chama, la Gauri, que concibe y pare. De ella descienden los ríos, las plantas, los animales y los hombres.
El lector no llevará á mal que yo me pare en estas menudencias, ya porque estas menudencias, son faces características en donde se refleja la vida de un pueblo, ya tambien porque tengo necesidad de apreciar estas cosas, con el fin de educar mis sentimientos propios. No lo hago por enseñar á quienes saben más que yo; sino por enseñarme y corregirme á mí mismo.
Palabra del Dia
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