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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Era el alma y el regocijo de la tertulia de la Niña. La vaya incesante con que mortificaba a ésta los tenía a todos en continuo espasmo de risa. Vamos, Nuncia, ¡mucho ojo! No hables demasiado, porque ya sabes que te he visto las pantorrillas y... y... y... La pobre octogenaria se ruborizaba como una niña de quince. Nada la sofocaba tanto como este recuerdo importuno de la tarde del columpio.
Con sólo media docena de zancadas llegó el coloso á la puerta de la prisión, hundiendo sus pies en la muchedumbre armada. Las amazonas enviaron á lo alto una nube de flechas contra su pecho y su cabeza, mientras los jinetes de las cimitarras intentaban herirle en las pantorrillas.
Por entre las dos columnas de sus pantorrillas desfilaba, á pie y á caballo, llevando tambores al frente y banderas desplegadas, todo un ejército de enanos tocados con turbantes y plumeros, á estilo oriental.
Hay que regenerar el gusto del público: nada de revistas ni pantorrillas..., ésas para usted y para mí. Arte serio; ya ve usted que la Moreruela es indispensable.
Los militares, deseosos de mostrar su heroísmo ante los muchachos en edad de casarse, corrieron hacia las ventanas, acribillando con sus aceros las pantorrillas del gigante. Golbasto y Momaren, contagiados por tan heroico ejemplo, quisieron mostrar que servían para algo más que hacer versos, y descolgaron de una panoplia una larga lanza.
A pesar de la profanadora faldilla, el aspecto de la imagen era imponente: el cadáver del Dios de la Caridad parecía dominar aquel conjunto ridículo de flores de trapo, candelabros sucios, estampas chillonas, tallas barrocas y pantorrillas de cera. Al examinar el templo, se notaba que todo lo demás estaba vivo o expresaba vida: el único muerto que había en la Iglesia era Cristo.
Un día, alabándomela una vieja que me crió, decía que era tal su agrado que hechizaba a cuantos la trataban. Y decía, no sin sentimiento: -En su tiempo, hijo, eran los virgos como soles, unos amanecidos y otros puestos, y los más en un día mismo amanecidos y puestos. Hubo fama que reedificaba doncellas, resuscitaba cabellos encubriendo canas, empreñaba piernas con pantorrillas postizas.
Unas iban vestidas de bebé, con colores vistosos, suelta sobre la espalda la cabellera algo aceitosa, mostrando por debajo de las cortas enaguas la redondez de sus pantorrillas y el rayado chillón de las medias.
Cambiáronse dos disparos, sin que sufriesen daño alguno los contendientes, aunque se dice que un chino que pasaba recibió desgraciadamente en las pantorrillas varios perdigones que procedían de la escopeta de dos cañones del coronel. Así aprenderá John a ponerse, en lo sucesivo, fuera del alcance de las armas de fuego.
La historia sagrada estaba a cargo de una morena regordeta, de facciones finas, de expresión dulce, tímida y nerviosa. Apretaba con el cuerpo del vestido tempranos frutos naturales, como si fueran una vergüenza; y más que en su oración pensaba en que los muchachos que miraban desde abajo, podían verla las pantorrillas, que tapaba mal la falda, a pesar de los esfuerzos de la castidad instintiva.
Palabra del Dia
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