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Actualizado: 24 de junio de 2025
Hallábase ya en su centro Miranda, habiendo cesado los lloros y reaparecido el buen humor y el temple normal del ánimo. Satisfecho de tal resultado, hasta bendecía interiormente a una de sus causas, una vejezuela que con enorme banasta al brazo se coló en el departamento algunas estaciones antes de Palencia, y cuya grotesca facha ayudó a llamar la sonrisa a los labios de Lucía.
Con excepcion de tres ó cuatro parajes bellos, como en las cercanías de Toledo, de Valladolid ó de Palencia, no hay en las dos Castillas, otros puntos notables por su hermosura artificial que los Reales-Sitios. Lo demas son llanuras desiertas, aunque cubiertas de trigos ó viñas en gran parte.
El catedrático entonces, moviendo la cabeza de arriba abajo, abrió lentamente la lista y con toda pausa la fué recorriendo mientras repetía el nombre en voz baja. Palencia... Palomo... Panganiban... Pedraza... Pelado... Pelaez... Penitente, ¡ajá! Plácido Penitente, quince faltas voluntarias de asistencia... Plácido se irguió; ¿Quince faltas, Padre?
Cerca de anochecer llegué á la antiquísima ciudad de Palencia, cuya calle Mayor pudiera compararse en longitud ya que ni por asomo en hermosura á la calle de Rivoli de París. Toda es de columnas y pilastras, que forman soportales de forma irregular. Pasarán de mil estos informes pilares de piedra que sostienen viejísimas casas cargadas de escudos heráldicos.
En casi los veintitres de su Pontificado, no hubo día que dejara señalado con los rasgos mas brillantes de las virtudes propias del Obispado, hallándose retratados en tan digno Prelado todos los caracteres retratados en la carta del Apóstol a Timoteo; su espíritu verdaderamente apostólico estuvo siempre solícito del bien de la Iglesia; desposado con la de Teruel por su ordenación y consagración, nunca quiso dejarla, renunciando la mitra de Jaén y de Palencia que le fueron ofrecidas, y solamente se vio obligado a ansentarse de su silla, por la causa pública de la Religión y del Estado, a la Córte de Madrid a donde Fernando VI le llamó, nombrándole inquisidor general de las Españas y Comisario general de la Cruzada, sin olvidar por esta separación la solicitud de su amada Iglesia de Teruel, como los primeros años de su residencia en ella, tomando noticia exacta de todas las necesidades públicas y particulares de su diócesis, aplicando los remedios oportunos en todo lance y favoreciendo siempre todas las piadosas empresas que animaba con sus facultades.
En Palencia permanecí dos horas; de modo, que sólo vi la Catedral. Estaba ya cerrada; pero pude admirar desde luego su gracioso conjunto, que es una especie de fortificación como la de Almería, con dos fachadas del más puro estilo gótico. Ya me retiraba, muy pesaroso de no haberla visto por dentro, cuando divisé al sacristán, que abría un postigo y penetraba en el templo.
Sin pérdida de tiempo se dirigió al Gobierno civil, habló con el secretario que era su amigo y logró que se pusieran telegramas para que se le detuviese en el camino. Al día siguiente supo que se le había detenido en Palencia y que regresaba aquella noche conducido por la guardia civil.
El otro hijo fué don Gonzalo, obispo de Palencia, prelado de muchas letras i erudicion. El tercero fué Alvar García de Santa María que refieren haber escrito la crónica deste rei don Enrique, la cual basta agora yo no la he visto, i parte de la crónica de su hijo el rei don Juan el segundo.
Palencia, aunque sorprendido por aquella frialdad que atribuyó á un exceso de modestia patriótica, continuó elogiando el arte extraordinario de la Duse. A cada momento, y á guisa de ilustraciones interpoladas en el curso de su apasionada jaculatoria, preguntaba: ¿La ha visto usted en La dama de las camelias? ¿La ha visto usted en Fedora?... ¿Y en Lucrecia Borgia?... ¿Y en María Estuardo?...
Como es natural, cogía por los pelos cualquier ocasión de vejar a sus ministros. Un proceso como el presente, en que figuraba como reo un sacerdote, le llenaba de júbilo, lo atendía con cuidados tan tiernos como si se tratase de la honra de una hermana. Después de D. Peregrín, fue llamada el ama de la casa de huéspedes de Palencia. Venía presentada por la defensa.
Palabra del Dia
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