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Actualizado: 10 de mayo de 2025
¡Es un ángel! contestó el párroco de Ville d'Avray. El señor de Avrigny alzó a su vez la cabeza y preguntó: ¿A qué hora se le administrará la extremaunción? A las cinco de la tarde. Magdalena quiere que a esta última ceremonia pueda asistir Antoñita. ¿Es decir, que mi hija sabe ya que va a morir?
El párroco entonces pasó a mostrarle la huerta, en la cual tenía cifrado tanto orgullo como en la profundidad de sus conocimientos teológicos. Estaba llena de árboles frutales y legumbres. No se veía una flor ni un arbusto de adorno. Desde allí pasaron a un vasto prado, donde tenía unos cuantos operarios alzando pared.
Antes de abandonar el pueblo, cumplamos con el deber de consagrar un cariñoso recuerdo á su ilustrado párroco, D. Santiago Ojeda, sacerdote indígena, de grandes virtudes y no escasos conocimientos.
Es de advertir que don Eugenio no gozaba fama de diestro tirador, por lo cual, al reunirse los cazadores a mediodía para comer en un repuesto encinar, el párroco de Naya invocó el testimonio de Julián para que asegurase que se las había visto tirar al vuelo. ¿Y qué es tirar al vuelo, don Julián? le preguntaron todos.
A las nueve de la noche pareció el enfermo experimentar gran fatiga, y asustado el dueño de la fonda, mandó llamar al cura párroco para que le administrase los santos óleos.
A la muerte de la madre de Martín, Tellagorri, con gran asombro del pueblo, recogió a sus sobrinos y se los llevó a su casa. La señora de Ohando dijo que era una lástima que aquellos niños fuesen a vivir con un hombre desalmado, sin religión y sin costumbres, capaz de decir que saludaba con más respeto a un perro de aguas que al señor párroco.
Las damas le contemplaban extasiadas. El párroco y D. Narciso, asistentes de la misa, se habían retirado para despojarse de sus ornamentos. No tardó el primero en volver provisto de sotana y bonete, debajo del cual se agitaban algunos pensamientos siniestros. La conducta de Lorito en lo concerniente a las babas de los cirios le había puesto pensativo y sombrío.
La mitra alternaba con los señores de Ulloa en la presentación del curato, y el arzobispo había querido manifestar así al humilde párroco, enterrado diez años hacía en la montaña más fiera de la diócesis, que la calumnia puede empañar el cristal de la honra, no mancharlo. Diez años son una etapa, no sólo en la vida del individuo, sino en la de las naciones.
Para disimular su turbación comenzó á dar palmaditas en el cuello á la jaca, narró con cierta incoherencia los pormenores de la enfermedad del párroco, tales como se los había oído á D. Nicolás el médico la tarde anterior en la Pola. La conversación se prolongó algún tiempo. Hablaron también de las minas de Carrio y del ferrocarril, cuyos trabajos estaban comenzando.
Del estado de novio al de marido, hay entre el indio muy poco camino, así que á los pocos días tomaron el que dirige al convento, Bindoy, Nínay, el amang-cruz y los padres de aquellos. Presentes los novios ante el párroco, fueron examinados, y nemine discrepante aprobados, quedaron inscritos para las amonestaciones.
Palabra del Dia
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