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Actualizado: 10 de julio de 2025


Oyose un violento portazo, dado ya en habitación lejana, y aquella horrible respuesta resonó en sus oídos más triste que caer de tierra sobre féretro.

¡Qué tiene eso! Dice que si ya tienes novio. La doncella se estremeció de pies a cabeza, se encendió como una amapola, y bajó los ojos avergonzada. ¡No!... ¡no!... repitió entre dientes. Ya lo ve usted, tía. ¡Qué malos ratos le hacemos pasar a esta buena niña!... Oyóse el repicar de una campanilla. Tía Carmen llamaba. En esto encontró la doncella su salvación.

Hace trece años me ha prestado usted un gran servicio, señor, prosiguió Basilio sin inmutarse, en este mismo sitio, enterrando el cadaver de mi madre y me consideraría feliz si yo le pudiese servir. Simoun, sin apartar los ojos del joven, sacó de su bolsillo un revólver. Oyóse un chasquido como el de un arma que se amartilla. ¿Por quién me toma usted? dijo retrocediendo dos pasos.

Oyóse primero la voz de una criada que decía: Señorita, señorita, Doña Lucía está llamando á su merced. Un momento más tarde sonó en el patio contiguo una voz argentina y simpática, que respondía: Allá voy; sal á la calle; ¿para qué he de entrar en tu casa? Salieron D. Fadrique y Doña Lucía, y hallaron ya á Doña Clara en la puerta.

Este movimiento era una de las pocas cosas relativamente finas que sabía. «...me pinto solo terminó, cuando ya los fluidos se habían difundido por el comedor . Verá usted, en cuanto llegue le echo el toro... ¡Oh!, es mi fuerte. Me parece que ya está ahí». Oyose la campanilla, y la misma doña Lupe abrió a su sobrino.

No sabes, no sabes lo que sucede. ¡Oh, Dios mío! ¡y sabe Dios cuándo podremos volvernos á ver! Cuando volvamos á vernos será para no separarnos. Pero adiós, adiós, que estoy haciendo falta en otra parte. ¿Dónde hará falta este pícaro? dijo Quevedo. Oyóse entonce un beso dentro de la habitación. Cuando miró Quevedo de nuevo por los agujeros, ni Luisa ni don Juan de Guzmán estaban en la estancia.

Al oírla, calló súbitamente Doña Paca, como el ratoncillo nocturno que cesa de roer al sentir los pasos o la voz del hombre. Oyose tan sólo, durante largo rato, alguno que otro suspiro hondísimo de la señora, que después empezó a quejarse y a gruñir por lo bajo. La otra no chistaba. Había hecho rápida crisis el genio de la infeliz señora, determinándose un brusco giro de la veleta.

El señor de Avrigny tomó el pulso a su hija, notando que ya desaparecía poco a poco de las extremidades. A las cinco oyose la campana de una iglesia próxima que tocaba el angelus, llamando a la oración a los fieles. Un pajarillo se posó en la ventana, entonó un gorjeo y emprendió el vuelo de nuevo, perdiéndose en los aires.

De ciertos prójimos que andan rondando desde el obscurecer por las galerías bajas del patio: yo no por qué en siendo de noche dejan pasar gentes por el patio de palacio como si fuera una calle; pero voy á cerrar la ventana, y luego á traer luz. Oyóse, en efecto, el leve crujir de una ventana que se cerraba, y luego los pasos de un hombre que poco después volvió con un velón encendido.

Pasado algún tiempo, oyose reproducida a lo lejos la misma algazara en el techo. Parecía que reñían en la sombra de los pasillos los ejércitos de alimañas y que había retiradas tumultuosas, furibundas embestidas, victorias súbitas, heroicos choques y horribles desmayos.

Palabra del Dia

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