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Actualizado: 10 de mayo de 2025
14 Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. 16 He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed pues prudentes como serpientes, y inocentes como palomas. 17 Y guardaos de los hombres, porque os entregarán en concilios, y en sus sinagogas os azotarán;
No he solicitado á vuestra hija. ¿Y qué habéis tomado de ella? añadió con precipitación el duque. Un ejemplo de lo que sois. ¡Ah! vos para conocerme... Os miro. Pero me miráis con antiparras. Para veros no es necesario tener muy buena vista. Quiero saber qué pensáis de mí. Mucho malo. Al menos no se os puede culpar de reservado. Reservéme poco, cuando habéis podido encerrarme.
Lejos de mi ánimo el suponerlo. Yo sé que vuestro corazón es demasiado noble para albergar los instintos sanguinarios de la bestia feroz, yo sé que este mismo corazón os dice en este mismo momento que habiéndoos portado como valientes es hora de mostraros generosos... ¡Basta ya, señores! ¡basta ya!
19 Y Eliseo les dijo: No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme, que yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guió a Samaria. 20 Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: SE
Sé que es absolutamente imposible el quedarse, discutiendo con vos, con la última palabra. No soy, sin embargo, un primo insoportable. ¿Qué os he hecho? Pero, nada. Os doy una prueba de ello, prometiéndoos acompañar vuestro cuerpo a la última mansión. ¡Mi cuerpo! exclamó con doloroso escalofrío. Aun no estoy muerto, señorita. Sabed que no me mataré y que parto para Rusia. ¡Buen viaje, primo!
No, vos no dijo alentando apenas la duquesa ; decid á la señora condesa de Lemos que entre. Poco después entró una joven como de veinticuatro años, hermosa, viva, morena, ricamente vestida, y sobremanera esbelta y gentil. A la primera mirada comprendió que sucedía algo terrible á la duquesa. ¿Qué es esto, señora? la dijo ; estáis pálida, mortal, tembláis... ¿qué os ha sucedido?
Murcia os proclama emir; Valencia os ofrece una corona; si venceis á Al-hamar, es vuestro todo el pais de Andalucía: ¿qué puede importaros, atendido vuestro brillante porvenir, una ciudad que ya no es mas que un nombre?
¿Sois vos, Marta? dijo . ¡Cómo! ¿Todavía estáis en pie? Son cerca de las doce. ¿Queríais hablarme antes de acostaros? Os agradezco esa benévola atención, querida amiga.
¿Estáis ebria, Diana? dijo Maurescamp poniéndose muy encendido . Estáis ebria, y os olvidáis de quien habláis. ¿Porque hablo de vuestra mujer? ¿Pues no me habláis vos también de ella, querido amigo? Me habéis dicho que era un hielo... ¡Un hielo! ¡Ah, qué bueno! ¿y habéis creído eso? ¡pobre ángel!
10 Así ha dicho Senaquerib rey de los Asirios: ¿En quién confiáis vosotros para estar cercados en Jerusalén? 11 ¿No os engaña Ezequías para entregaros a muerte, a hambre, y a sed, diciendo: El SE
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