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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Por ejemplo, a nadie puede caber duda de que el león ha sido traído para despertar en el corazón de los espectadores la nobleza y la bravura, como el leopardo la fiereza, el lobo la rapidez, la hiena la crueldad, el mono la astucia y el oso la calma.

Linda, la que estuvo en Urbia cuando fué el domador, y murió tu madre. ¿No te acuerdas? ¿Usted es Linda? ¡Oh, no me hables de usted! , yo soy Linda. He sabido como habías venido a Logroño y he mandado que te buscaran. ¿De manera que eres aquella chiquilla que jugaba con el oso? La misma. ¿Y me has conocido? . Yo no te hubiera conocido. Habla, cuenta de tu vida.

Andando ya monte arriba, me declaró Chisco, en respuesta a una insinuación mía, que no habían querido, él y Chorcos, enterar a nadie más que a del hallazgo del oso, porque tal como se presentaba el lance, era «cosa curriente» y a «cañón posau...» y cuantos menos bultos, más claridad.

Pasó implacable, como el tormento; pomposo y sombrío, como el tremendo holocausto que iba a presidir; rojo, como la hoguera. La luz matinal hacía resplandecer con viveza el sillón de plata repujada y todo el oro y el alfójar de la gualdrapa color de amatista que caía hasta los cascos del palafrén. Nadie osó romper con un vítor el respetuoso silencio.

De como Miguel de Cervantes supo lo que le bastó para meterse en una aventura de más empeño que la más atrevida en que osó meterse cualquiera de los Doce Pares. Ruegoos, amigos míos, dijo doña Guiomar, me perdonéis si tan largo rato he estado apartada de vosotros, que gran causa ha habido para ello. Y refirioles a seguida lo que el familiar de la Inquisición había ido a decirla.

Señor Rada... osó decir el señor Joaquín, que no entendía bien. ¿Sabe usted, sabe usted cuál es el deber del padre que tiene una hija como Lucía?

Imagináos qué haría Facundo en un terreno intransitable contra seiscientos infantes, una batería formidable de artillería y mil caballos por delante. ¿No es éste el convite del oso a la garza?

Ordena el diablo que a la hora y punto que la moza iba subiendo por la escalera, que era angosta y oscura, con los platos y olla, yo estaba en un paso de una montería, y daba grandes gritos componiendo mi comedia; y decía: Guarda el oso, guarda el oso, que me deja hecho pedazos, y baja tras ti furioso;

A Francisco se le ocurrió que él había sido siempre un gran tirador; se consagró a la caza y perseguía corzos, jabalíes, y hasta con el oso, las pocas veces que se le presentaba, se atrevía. Una tarde de invierno vio Paula llegar a la aldea cuatro hombres que conducían a hombros el cuerpo destrozado de su marido en unas angarillas improvisadas con ramas de roble.

En aquel momento se oyó gran gritería en las calles del pueblo; hombres, mujeres y niños corrían de uno á otro lado de la calle central dando voces y se refugiaban en las casas. Al otro lado del puente y corriendo cuanto podía en dirección al castillo, apareció un hombre, que al ver á la baronesa se llegó á ella y gritó, sudoroso y jadeante: ¡Huid, señora, huid! ¡Salvadla! ¡El oso, el oso!

Palabra del Dia

hociquea

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