Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de junio de 2025
Tenía treinta y tantos años y era viuda de un opulento negociante de Candelario. Por qué la llamaban Pimentosa es cosa que no se sabe; pero algunos decían que picaba mucho y levantaba ampolla a la manera de guindilla. Se podía ir a la tienda por verla despachar.
El opulento valle de Aranjuez, formado por el levantamiento de algunas colinas en la gran planicie que tiene al Tajo por centro hidrográfico, recoge las aguas de este rio así como las del Jarama, cuya confluencia se verifica á poca distancia de la ciudad de Aranjuez, que está á 49 kilómetros de Madrid.
En Francfort viven el intolerante papista, el rígido calvinista y el severo luterano, representantes de las horribles luchas religiosas que han desolado al mundo; pero viven tambien millares de judíos, y reina el israelita opulento, á quien el espíritu moderno ha permitido emanciparse por medio del dinero, lo que no deja de ser un sarcasmo para la civilizacion contemporánea.
Si yo pudiera hablarle decía Esteven. ¿Qué querrá de mí? pensaba don Raimundo. Parecíale muy singular que el opulento personaje diera tales muestras de su deseo de acortar distancias, cuando operaban en diversa esfera.
Trascurridos treinta y tres años, en 1583, Piney de Luxemburgo, duque opulento de aquella edad, compró y ensanchó el Hotel de Harlay, conociéndose desde entonces con el nombre de Palacio de Luxemburgo.
Una mañana Camilloff entró en la cancillería, donde yo fumaba amigablemente una pipa en compañía de Mariskoff y tirando su enorme sable sobre el canapé, nos contó radiante de alegría, las noticias que le había dado el penetrante príncipe Tong. Descubrióse al fin que un opulento mandarín, llamado Ti-Chin-Fú, vivía en otro tiempo cerca de los confines de la Mongolia, en la villa de Tien-Hó.
De esta suerte entró en el gabinete donde estaba reunida la familia del opulento banquero, balanceando la cabeza como si no pudiese con ella a causa del número incalculable de pensamientos que guardaba dentro, de los modales elegantes a los modales groseros no hay más que un paso, como de lo sublime a lo ridículo.
El suceso, que sirve de fundamento á estos diversos dramas, ocurrió en la ciudad de Teruel, en Aragón, en tiempo de Carlos V. Don Diego, mancebo noble, pero no rico, ama tiernamente á Doña Isabel, hija del opulento Don Pedro, y es correspondido de igual modo por ella; pero tiene por rival á Don Fernando, protegido por el padre de la doncella, y que cuenta también con el favor de Elena, sobrina de Don Pedro.
Tampoco tuvo en la prensa todo el éxito que mereció la casi augusta solemnidad con que el buen marqués de Montálvez desempeñó su papel en la fiesta, particularmente durante el breve rato que conversó aparte con el presidente del Consejo de Ministros, y cuando, después de estrecharle reverentemente la mano le dijo algunas palabras al oído el Capitán general de Madrid, vestido de gran uniforme. ¡Oh, qué actitudes y qué mímica las suyas en aquellas dos singularísimas ocasiones! ¡Qué bofetón más sonoro para «los hombres de Gobierno» que todavía le regateaban la credencial de senador! ¿Dónde hallarían ellos para ese cargo otro viejo más distinguido, más serio, más limpio, más planchado, más opulento, ni más adaptable por su tipo al grave ceremonial del «alto Cuerpo Colegislador»?
Este plan, formado por Llera y madurado por el duque, venía desenvolviéndose con regularidad y tocaba a su término. Allá veremos manifestó el opulento banquero quedándose unos instantes pensativo . Cuando salga a subasta dijo al cabo , será necesario formar otra sociedad. La de azogues no nos sirve para el caso. ¡Claro que se formará!
Palabra del Dia
Otros Mirando