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Actualizado: 19 de junio de 2025


El desierto las circunda a más o menos distancia: las cerca, las oprime; la naturaleza salvaje las reduce a unos estrechos oasis de civilización enclavados en un llano inculto de centenares de millas cuadradas, apenas interrumpido por una que otra villa de consideración.

Algun dia lo describiré; pero hoy me es imposible; porque me inspira miedo, real y verdaderamente miedo. Vivienda de prodigios y de asombro Donde vive agobiada la memoria, Como el gigante á quien oprime el hombro El peso horrible de su horrible historia.

Hace tiempo que algo me oprime el corazón... Separados por una enojosa desinteligencia, una pena que no nos atrevíamos a confesar, nos hacía sufrir a los dos; ahora vengo a romper el hielo... El hombre es débil, no os enojéis... yo no tengo la culpa, Marta, de que vos seáis hermosa... y que yo no sea insensible... El intendente había creído que no le costaría el menor esfuerzo hacer su pedido.

El corazón se me oprime cuando considero que , Inesilla, me dices una cosa, me la juras y yo no la puedo creer. Ten calma. Doña María no nos quita los ojos. D. Diego tampoco. Yo me muero de pena... Pero, por Dios, Sr. D. Gabriel añadió en voz alta . Un hombre que va a tomar el hábito cuando acabe la guerra, no debe entusiasmarse tanto al hablar de una batalla.

Y siguieron andando, sumidos uno y otro en sus reflexiones. ¿Por qué siento a veces en el pecho, bajo el corazón, algo que me oprime, que me pesa? Di, Nicolás. ¡Es natural! En una casa de locos no puede uno menos de fastidiarse alguna vez. ¿Crees...? Pomerantzev volvió la cabeza hacia San Nicolás. Este le miraba con afecto y sonreía dulcemente. Tenía los ojos arrasados en lágrimas.

Los árboles, las montañas, los arroyos, el valle cubierto de su verde tapiz brillan indecisos bajo la tenue claridad del crepúsculo. El conde pone de nuevo su caballo al galope y desciende velozmente por el flanco de la colina que oculta a Lancia. El viento oprime sus sienes, zumba en sus oídos produciéndole una dulce embriaguez que disipa las negras nubes de su imaginación.

Vamos, niña dice la madre, robusta e impávida matrona, a quien nadie oprime nada, y cuya despedida no es la primera ni la última, ¿a qué vienen esos llantos? No parece sino que nos vamos del mundo. Un militar que va solo examina curiosamente las compañeras de viaje; en su aire determinado se conoce que ha viajado y que conoce a fondo todas las ventajas de la presión de una diligencia.

En efecto, donde no reina la justicia, nada bueno puede haber: la inocencia no halla asilo seguro en ninguna parte; las semillas de la discordia abundan por do quiera; la bárbara ley de la fuerza oprime con tiranía al mas débil; y en fin, cuantos males pueden aflijir á los mortales, tantos se hallan reunidos en los pueblos, en los reinos, donde se desconocen los benéficos influjos de la justicia.

¡Ea! ya está sentado el sabio; ya sopla el polvo de la mesa y coloca el sombrero sobre ella; ya se saca a medias una bota que le oprime mortalmente los sabañones; ya tose y se arranca la flema de la garganta; ya trae el libro hacia , ya mira con curiosidad el sello de la Academia estampado en la primera página; ya empieza a leer.

Hice mal, muy mal, así lo comprendo, y acaso esta pena que oprime mi corazón es un castigo para . ¡Celos! dirás . Lo que quieras; yo que me duele el alma; que no ceso de llorar, y que tengo que ocultar mis lágrimas. No tengo a quien contar lo que me pasa, y acaso el pobre anciano podría consolarme y aliviar mi pena.

Palabra del Dia

consolándole

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