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Actualizado: 24 de junio de 2025
No pudo terminar la historia de los Macabeos que tenía a su cargo. Se le puso un nudo en la garganta, le zumbaron los oídos y todo el lado derecho de la cabeza se quedó de repente frío y el cutis pálido. Se ponía enferma de vergüenza. Tuvo que salir de la Iglesia. El desparpajo de otras oradoras precoces hizo olvidar la escena triste y desairada de la niña pusilánime, que había salido llorando.
Llevo dos galones, siendo un extranjero... Además, no puedo olvidar el momento en que me llamó mi coronel, una semana antes de que lo matasen: «Martínez, el general me ha dado cuatro cruces de la Legión de Honor para nuestra Legión. Una es tuya.» Y me la puso en el pecho frente á todo un batallón de hombres valerosos que presentaban sus armas. Esto no puede olvidarse: llena una vida. Así era.
Usted será cómico en fin, o se han de olvidar las reglas que hoy rigen en el ejercicio. Diciendo estas y otras razones, despedí a mi candidato, prometiéndole las más eficaces recomendaciones.
En 1620, en el prólogo al tomo XIV, y en la dedicatoria de El Verdadero amante, se fija el número en nuevecientas, de suerte que corresponden cincuenta á cada año. Conviene no olvidar que las declaraciones citadas de Lope, sacadas de sus obras, sobre el número de sus comedias, se refieren sólo á este género literario, y que no entran en esta cuenta los autos, loas y entremeses.
Era el más fiel representante de la avaricia atribuida á los de su gremio, y en el Mercado se contaban de él cosas graciosísimas. La mañana pasábala en San Juan, pues el comercio no le había hecho olvidar sus aficiones a las cosas de la Iglesia.
Puedo hacer lo que guste y no tengo que dar cuenta de mis acciones... Además, cuando se tiene el corazón destrozado, hay que aturdirse, olvidar, y yo tengo derecho a todo... a todo, ¿lo entiende usted? para olvidar que he sido muy desgraciado. Le encantaban sus palabras, pero no pudo seguir. ¡Qué calor!
Había viajado por todo el mundo, sin olvidar uno solo dé los lugares vistos; podía repetir los títulos de los ochenta grandes hoteles en que se alojan los que dan la vuelta á la tierra. Al encontrarse con un antiguo compañero de viaje reconocía inmediatamente su rostro, por corta que hubiese sido la visión, y muchas veces recordaba su nombre.
Al día siguiente aun permanecí en el pueblo, que abandoné el 26, no sin estrechar contra mi corazón aquel virtuosísimo cura a quien la fortuna me había hecho encontrar, y cuya amistad fué para mí de gran valía desde entonces. Nunca, y Vd. lo habrá conocido por mi narración, he podido olvidar "aquella hermosa Navidad, pasada en las montañas."
¡Qué buena es en olvidar mis estúpidas palabras! pensaba, y en su confusión habría querido implorar perdón, de rodillas. Sin embargo, nada pudo contestar; la emoción lo ahogaba, y la joven se alejó antes de que pudiera encontrar palabras para expresar sus sentimientos.
Al entrar en el hotel se entristeció el rostro de la señora, como si se aproximase un peligro que quería olvidar. Las dos mujeres se encerraron en sus habitaciones. Pepita pasó horas enteras con la pluma en la mano, mordiendo la punta nerviosamente, rompiendo pliegos sin que llegasen á satisfacerle las cartas que escribía.
Palabra del Dia
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