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Actualizado: 18 de junio de 2025
Ante este bien todo es miseria; ante esta hermosura es fealdad todo; ante esta felicidad, todo es infortunio; ante esta altura todo es bajeza. ¿Quién no olvidará y despreciará por el amor de Dios todos los demás amores? Sí: la imagen profana de esa mujer saldrá definitivamente y para siempre de mi alma.
Pero me veo obligada a no admitir..., porque quiero a otro hombre. ¡Quiere a otro hombre! repuso con aturdimiento el litógrafo . Después que nos casemos le olvidará usted, y me querrá a mí. Yo soy muy bueno». Isidora sonrió.
Tragomer, entonces, sin poder contenerse dijo con vehemencia apasionada: Esas lágrimas, María, me afligen y me encantan á la vez, porque indican que no lo ha olvidado usted todo y que su corazón no está cerrado para siempre. ¡Oh! si, se abrirá de nuevo para mi, lo sé, y me perdonará. Tanto haré que olvidará usted su justo resentimiento.
La posesión de doña Clara no podía hacer que yo olvidara, que yo arrojara de mí esta fascinación poderosa que me causáis... Ya que hemos llegado á mí, decidme, decidme, ¿qué impresión causé en vos?
Si los recuerdos del autor del primero tienen el valor que los de su libro, no me extrañaría se le olvidara hasta el saber escribir, lo que es difícil, pues literariamente hablando el libro es bueno.
Ya sé, ya sé sobrina, la idea prueba que ama a mi hija; pero, creeme, la olvidará muy pronto, y cuando vuelva, trataremos de que su corazón no se equivoque más. ¿Entonces, tío, pensáis, que un hombre puede querer dos veces en su vida sin ser un fenómeno? El señor de Pavol me acarició las mejillas, mirándome con una conmiseración provocada tanto por mi pesar como por mi inexperiencia.
Hasta estos días y desde que tengo uso de razón, siempre el interés de los demás jizo que me olvidara de mí propio; pues ahora ¡ya te quiero un cuento, pispajo!... y esto es lo que me descuajaringa: no tengo ojos más que para ver cómo va la carcoma rejundiendo y ajondando en este tronco podrido que se cae por sí mesmo de día en día, de hora en hora.
Cuando el mísero chiquillo, medio ahogado, se sintió libre de aquella estatua de plomo que a poco más le convierte en oblea, miró hacia atrás.... La niña había desaparecido. Perucho no olvidará nunca el desesperado llanto que derramó por más de media hora revolcándose entre las espigas.
Acaso temía que ella olvidara a los que tenían derechos más antiguos. Encontraba así excusas al mal humor de Juan. Pero era su huésped, y no quiso guardarle rencor; viéndolo, pues, al entrar en el jardín, sentado sobre la hierba a los pies de la señora Aubry, se dirigió hacia él y le dijo con amabilidad: ¿Es por pereza por lo que no ha querido usted venir a escalar con nosotros los peñascos?
Los violines de los ingleses lanzan sus últimos lamentos, entre risas de alegría infantil. El servio tiene en la mano un pequeño cuchillo sucio de crema, y con el gesto de un hombre que no puede olvidar, que no olvidará, nunca, sigue golpeando maquinalmente la mesa.... ¡Tac!... ¡tac!... LAS PLUMAS DEL CABUR
Palabra del Dia
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