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Actualizado: 15 de julio de 2025


13 Y los de Bet-semes segaban el trigo en el valle; y alzando sus ojos vieron el arca, y se regocijaron cuando la vieron. 14 Y el carro vino al campo de Josué bet-semita, y paró allí porque allí había una gran piedra; y [ellos] cortaron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto al SE

Este razonamiento del buen gobernador despertó en el corazón de aquellos varones apostólicos un júbilo incomparable, viendo se les descubría otro campo en que padecer otro tanto en servicio de Dios: por lo cual, en cuanto á ellos tocaba, se ofrecieron al bien de aquella nación, sin hacer caso de su vida ni temer á los trabajos y fatigas que les pudiese costar aquella nueva empresa, sólo con que la insinuación de los superiores les destinase á ella; y así dijeron, que obtenida licencia de sus superiores, correrían allá gustosos para domesticar aquellos bárbaros y reducirlos al conocimiento del verdadero Dios y á la obediencia de la Majestad Católica.

Muchísimo que admirar nos ofrecieron también el interior del templo, su sacristía, y, sobre todo, el claustro, obra magistral del mismo período del Renacimiento, restaurada modernamente; pero no fatigaré aquí á mis lectores con nuevas descripciones arquitectónicas, pues basta por hoy á mi objeto recomendarles que no dejen de estudiar muy despacio á Santo Domingo el día que visiten á Salamanca.

En cuanto a pagar todos estos gastos, ya se sabía: el mermado caudal de la abogada Valcárcel corría con todos los desembolsos, o con casi todos; pues, por disimular, también en este negocio se ofrecieron acciones a unos cuantos amigos y parientes.

Todos los vagos ensueños de amor, todas las palabras dulces, todos los regalos del alma se ofrecieron de repente a su fantasía, no ya cifrados en un ser ideal y aéreo, creación imaginaria, sino aplicados y consagrados al amor de una persona real y llena de vida, cuyas excelentes prendas se complacía en reconocer y cuyo afecto hacia ella adulaba su orgullo.

Francisco Miranda en nombre de los señores Pedro Gutierrez de los Rios, veinticuatro de Córdoba, y Teresa Zurita, su mujer; quienes ofrecieron costearlo para que Dios sacase con vida al Pedro Gutierrez de las justas que iba á mantener con Suero de Quiñones sobre el paso de los peregrinos por el puente de Orbigo; el de Sta. Marta, edificado en 1468 por el P. Fr.

Cobo estuvo implacable: aprovechó todas las ocasiones que se ofrecieron para dirigirle indirectamente una pullita envenenada que causaba el regocijo de las niñas y hacía sonreír discretamente a las personas graves. Nadie en el mundo padeció más hambre y sed de justicia que Ramoncito en aquella ocasión. La llegada de un nuevo personaje puso fin o suspendió por lo menos su tormento.

A la sazón entraron algunos vecinos, y se ofrecieron a prestar los servicios propios del caso. Miquis, sin dejar de tomar disposiciones, veía que los remedios serían inútiles.

Y a todas estas, no había en la casa más que algún resto de cocido del día anterior, casi avinagrado ya, y mendrugos de pan duro. Gracias que los vecinos, enterados del conflicto tan grave, ofrecieron a la ilustre viuda algunos víveres: este, sopas de ajo; aquel, bacalao frito; el otro, un huevo y media botella de peleón.

Este afortunado concurso de causas despertó en el momento oportuno, y con ayuda de otras circunstancias favorables, á los ingenios, que podían dar al anhelo de los españoles más cumplida satisfacción, á los poetas, que, saliendo de lo más íntimo de la existencia del pueblo, y concentrando en toda la cultura de su tiempo, reunieron en un solo hogar todos los rayos de la poesía, que yacían diseminados en la historia, en la tradición, en las creencias religiosas y en la vida entera de la nación, y los ofrecieron después en el teatro.

Palabra del Dia

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