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Actualizado: 17 de junio de 2025


Habló después de la dura-máter, de los hemisferios, de los lóbulos frontal, parietal y occipital, de la hoz del cerebro y de la tienda del cerebelo. En este punto tuvo una ocurrencia feliz, comparando bellamente las circunvoluciones de la sustancia gris a un montón de intestinos arrojados al acaso.

Osorio tuvo la mala ocurrencia de traer a las dos niñas que tenía en el colegio de Chamartín, una de diez y otra de once años, a pasar unos días con ellos. Las pobrecitas tuvieron que marcharse antes de lo que les había prometido su padre, porque Clementina estaba tan ocupada que apenas podía fijar en ellas la atención.

Consulté con Neluco esta bestial ocurrencia, y la celebramos los dos con grandes risotadas; pero así y todo, no faltaron un par de razones, fisiológicas también, apuntadas por el médico y discutidas por ambos, para explicar el antojo muy «racionalmente».

Herminia le siguió con la vista mientras pudo y volvió á su cuarto soñando por vez primera en su vida. Mauricio tomó un camino de travesía por el bosque y se volvió á Montretout, donde comió y pasó la noche pensando en la joven del terraplén. Al siguiente día de su accidente, Mauricio escribió á su tutor para contarle la ocurrencia.

Pues aguántate aquí a la vera nuestra dijo Bermúdez después de reírse con Nieves de la ocurrencia de Catana, que hablaba siempre con la mayor seriedad , para que te mueras pronto y de una vez, y a gusto mío... Y vamos a ello, empezando por lo de adentro por ser lo peor. Esta pieza en que nos hallamos, como te dije anoche, ¿te acuerdas Nieves? es el salón de recibir, vamos, el estrado.

Hombre, acostumbrada a la hermosura y la animación de una ciudad como Sevilla, nada de particular tendría que al verse de pronto en una soledad como ésta... ¿De modo que donde hay soledad, no cabe belleza ni?... ¿Se quiere usted callar, alma de cántaro? No le hagas caso, Nieves... ¡Pues, hombre, me hace gracia la ocurrencia!

Si no fuese por la beca que ha tenido la bondad de sacarle, ¿cuándo hubiera podido yo darle carrera? Dentro de dos meses ¡loado sea Dios! cantará misa el pobre. Ayer le escribí precisamente y le decía: Desdichada ocurrencia es la tuya al ordenarte. Los tiempos están malos, malos, malos para la clerigalla.

¡Qué ocurrencia!... ¡Pobres criaturas!... ¡Y qué feísimo está el babieca!... Mira, parece que tiene dolor de muelas. ¡Qué delicia!... Y el chico le coronó de firme... ¡Pues es verdad!... Hubo entonces un infame cuchicheo de risas y palabras entrecortadas... Algo cogieron de una mesa, algo pusieron en el retrato, y de nuevo resonaron aquellas carcajadas que hacían daño.

Y al mismo tiempo le dió un fuerte empujón que le hizo perder el equilibrio y caer con la tajuela. ¡Qué risa la de Flora! ¡Qué risa la de Jacinto! Al ruido se despertaron los viejos, los miraron con asombro y prosiguieron su tarea. Naturalmente, era necesario otro cuarto de hora para celebrar la ocurrencia; y así se cumplió á la letra.

Mi madre debe de tener algo sobre eso dijo Genoveva después de reflexionar. Buscaré y te enviaré todo lo que encuentre. Le di las gracias con efusión, y como se hacía tarde, unos campanillazos vinieron a poner término a nuestra alegre conversación. Era que venían a buscar a mis amigas. Francisca fue todavía la que tuvo la última ocurrencia.

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