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Actualizado: 11 de noviembre de 2025


¡Gracias, dijo fríamente aquella mujer, y se despidió de . Cuando me quedé solo, busqué el cuaderno donde estaban consignadas mis obligaciones, y anoté lo siguiente: «Doscientos cuarenta reales para AmparoYo había hecho esto por temperamento, por costumbre, no por caridad. Me acosté y me dormí. Cuando desperté al día siguiente, había perdido el recuerdo de aquella aventura.

Y aunque al fin en nosotros no hay clausuras, Como en otras modestas religiones, No andará con todo eso á sus anchuras. Y es que son tantas las obligaciones En que este negro oficio nos empeña, Que el más del tiempo hacemos ceribones.

Ahora tenía obligaciones que absorbían todas sus fuerzas; colaboraba en la formación del porvenir; era un hombre. Estoy contento repitió. El padre lo creía. Pero en un rincón de su mirada franca se imaginó ver algo doloroso, un recuerdo tal vez del pasado que persistía entre las emociones del presente. Cruzó por su memoria la gentil figura de la señora Laurier.

También en Cumplir dos obligaciones y Duquesa de Sajonia, se ensalza el nombre español, aunque el lugar de la acción sea fuera de España. La historia, que le sirve de fundamento, es la misma que nos ha dado á conocer la balada de Stollberg, titulada La arrepentida.

Guillermina, dejando su mantilla y su libro de misa sobre el sofá, desempeñaba junto a Mauricia las obligaciones más penosas del arte de cuidar enfermos, acometiendo con actividad maquinal las faenas más repugnantes, como persona que tiene la obligación y la costumbre de hacerlo.

Sólo las olvidaba para atender al cuidado del marido, preocupándose de los más pequeños detalles de su bienestar. Era su deber. Conocía desde niña cuáles son las obligaciones de la esposa de un capitán de buque cuando se detiene en su casa por unos días, como un pájaro de paso. Pero á través de tales atenciones, Ulises adivinó la presencia de un obstáculo inconmovible.

Confórmate, Rorró, y procura cumplir con tus obligaciones, para que si mañana es necesario que te ocupes en algo que te produzca más, no tenga Castro que decir de lo que yo le he oído decir de otros muchachos.

Y emprendió una carrera loca, con voz precipitada, olvidando su economía de ideas para prolongar la peroración, soltándolas todas de golpe, con el deseo de terminar cuanto antes. «El Concordato... obligaciones sagradas con el clero... sus antiguos bienes... compromisos de estrecha amistad con el Papado, padre generoso de España... en fin, que no podían hacerse economías ni por valor de un céntimo y que la comisión sostenía el presupuesto sin reforma alguna».

¡Dábame mi alma que aquí la toparía! No te ha engañado. Cuando remate sus obligaciones, tiene de venirse conmigo. ¿Adonde? A la casona. Roja, no quiero verlos más, ni al padre ni a los hijos.... A los rapaces, no digo... Mas al señor mi amo fuerza es que le vea. Cordera, por ese mor vengo procurándola.

Llegó a su casa, después de hacer sus compras a crédito, y encontrando a Frasquito muy bien, propuso a Doña Paca darle de alta, y que se fuera a desempeñar sus obligaciones y a ganarse la vida.

Palabra del Dia

vengado

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