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Actualizado: 29 de octubre de 2025
Cuando pensamos en el obelisco de la plaza de la Concordia, naturalmente se nos presentan las fuentes, y estatuas y surtidores, y el palacio de las Tullerías, y el Templo de la Madalena, y los Campos Elíseos, y el Palacio de la Cámara de los Diputados: pero está en nuestras manos cambiar la escena, y sin mas que querer, trasladamos el obelisco en medio de la plaza de Oriente, y estamos mirando qué efecto produce allí: hasta que satisfechos de la operacion le colocamos otra vez en su puesto ó no pensamos mas en él.
La llanura de Almanza es célebre por la famosa batalla ganada allí por los Españoles, en abril de 1707, contra las tropas anglo-portuguesas, dándole á España la imponderable ventaja de cambiar de amos, puesto que los Borbones ocuparon con Felipe V el trono que la casa de Austria habia tan atrozmente inmortalizado. Todavía se conserva en la llanura el obelisco que conmemora el suceso.
Por Luis Vélez de Santander. De plomo, como de gorra, nos saludamos mil veces las turquescas escopetas con los cristianos mosquetes, descubrimos las montañas de la provincia que tiene el obelisco de Dios en prisión irreverente, hasta que el heroico brazo vuestro a rescatar se llegue, para que el número diez acrecentéis a los Nueve, y en la primera jornada de Argel fué mi coselete, espejo al sol, que, Narciso, por mi se negó a las fuentes, llegando a Valladolid la misma noche del viernes que, para dicha del mundo, vos nacéis y Cristo muere.»
Aquí se fundó Buenos Aires dijo Ojeda . Ese caserón es el palacio del Gobierno, lo que llaman «la Casa Rosada». La plaza es la de Mayo. Aquel templo griego, la catedral; ese obelisco blanco, la pirámide de la Independencia. Remontaban la cuesta algunos grupos de hombres de campo llevando a la espalda fardos de ropas. Sus mujeres marchaban junto a ellos, mirándolo todo con ojos de asombro.
Vista la atrevida torre de la iglesia parroquial de Pedroche, que forma un gracioso obelisco de doscientos piés de altura con su segundo cuerpo circular, invencion caprichosa del célebre Hernan Ruiz el viejo, autor del insigne crucero de la catedral de Córdoba, pasemos adelante: y cruzando el puerto Calatraveño vamos por Espiel y Belmez al castillo de Cuzna describiendo una espiral en nuestro vuelo.
Al llegar al pié del obelisco, volví los ojos instintivamente como para ver si descubria el arco del Triunfo, lo descubrí en efecto como desde la mar se descubre un monte, y una idea ardiente cruzó como un rayo por mi imaginacion.
Hé aquí el frente: la calle Real, recta, ancha, elegante, casas altísimas y bellas, palacios, carruajes, árboles: al concluir la calle, y todo en línea recta, las esplendentes fuentes de la plaza de la Concordia, el obelisco traido de Egipto, el puente del mismo nombre de la plaza, y cerrando el cuadro, el Palacio de los Diputados, por detras del cual asoma su alta cabeza la cúpula del cuartel de Inválidos.
Añadamos ahora que á nuestro mismo pié se levanta orgulloso el obelisco de Lucsor.
Estos dos documentos se imprimieron por vez primera, como apéndice de una composición poética en alabanza de Calderón, que dió á conocer D. Gaspar Agustín de Lara en 1684, con el título de Obelisco fúnebre; después se incluyó en el Teatro español de La Huerta, parte segunda, tomo III, y se publicó también por Malsburg, cuya traducción he copiado, así como la de otros párrafos suyos, citados en la página 197 del tomo IV del prólogo, á que antes aludimos.
Vemos á la vez el arco del Triunfo, el dilatado bosque de Bolonia, el Obelisco de la Plaza, mientras que nadando sobre la copa de los árboles que pueblan el jardin de las Tullerías, allá, como una nube medio perdida en el horizonte, como el amago de una borrasca, como la aparicion indecisa de una sombra, se levanta trémulamente, segun la ilusion óptica, la torre negra del Palacio Imperial.
Palabra del Dia
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