Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 28 de junio de 2025
No era cosa de comer de fijo, porque había probado de cien golosinas y hasta algo de la comida del Marqués por chanza. Visitación y Mesía, más tranquilos, conversaban al balcón, apoyados en el hierro frío del antepecho. «No volverían la cara; estaba ella segura». Entre estos camaradas, jamás se falta a ciertos pactos tácitos. El Marquesito soltó una carcajada. ¿De qué te ríes? dijo Obdulia.
Como después del casamiento de Obdulia y Antoñito habían sido vendidas las camas de estos, surgió un conflicto de instalación doméstica, que Nina resolvió proponiendo armar su cama en el cuartito del comedor, para colocar en ella al pobre enfermo. Ella dormiría en un jergón sobre la estera, y ya verían, ya verían si era posible arrancar al cuitado viejo de las uñas de la muerte.
Si alguno había querido tratarla como a Obdulia, pronto había encontrado un desdén altivo y una ironía cruel capaces de helar una brasa.
El otro día eran para usted emperatrices, y ahora... Y ahora dijo Ponte temblando ante el enérgico acento de Juliana, como caña batida del viento . Y ahora... yo no falto al respeto a las señoras. Obdulia es una dama; Doña Francisca otra dama.
Era de las más desiertas; crecía yerba entre las piedras. Aquel silencio era el que llamaba solemne y aristocrático don Saturnino. Los que estaban detrás, Obdulia y Paco, no veían; don Álvaro estaba seguro. Se aproximó más a Visita. Sonó una bofetada; y después la carcajada estrepitosa de la del Banco, que dio un paso atrás, huyendo de don Álvaro.
Ya, ya sé... dijo Obdulia, haciendo gala de entender de linajes . Eran hijas de la Montijo. Cabal, que vivía en la plazuela del Ángel, en aquel gran palacio que hace esquina a la plaza donde hay tantos pajaritos... mansión de hadas... yo estuve una noche... me presentaron Paco Ustáriz y Manolo Prieto, compañeros míos de oficina... Pues sí, yo era un buen jinete, y créame, algo queda.
Obdulia no replicó. Muda y con el corazón apretado por una pena extraña, siguió marchando al lado del clérigo.
Pues tu rival es don Saturnino Bermúdez, el descendiente de cien reyes, ya sabes, mi primo, según él.... Ayer creo que hubo un escándalo en la catedral, que el Palomo tuvo que echarlos poco menos que a escobazos: ¿qué creías tú, que Obdulia sólo tenía citas en las carboneras? Pues también en los palacios y en los templos... Pauperum tabernas, regumque turres.
Quedósela otra vez mirando fijamente sin pestañear, absorto en intensa contemplación. Obdulia bajó la cabeza. Hija mía siguió diciendo gravemente, la juventud tiene sus derechos.
¡Ana, sube, anda, tonta! gritó la viuda mientras devoraba a la Regenta con los ojos de pies a cabeza. Para Obdulia las demás mujeres no tenían más valor que el de un maniquí de colgar vestidos; para trapos ellas; para todo lo demás, los hombres. Ana se excusó otra vez; tenía que hacer. Saludó con graciosa sonrisa y siguió adelante.
Palabra del Dia
Otros Mirando