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Actualizado: 11 de junio de 2025


que distes al libro de la Historia página eterna de tu eterna gloria ejemplos de valor y de constancia, los héroes de Sagunto y de Numancia; que hiciste temblar al mundo entero; que enarbolaste tu pendón guerrero en todos los confines de la tierra y con valor profundo agrandaste los límites del mundo; que el lábaro santo de tu peregrina clavaste en la Alhambra granadina y en las sangrientas aguas de Lepanto; que alumbraste a la humana historia con los reflejos de tu inmensa gloria, no puedes perecer, nación guerrera.

¡Dios mío! ¡Y las tiendas cerradas hoy! exclamó Barbarita en tono de consternación . Si estuvieran abiertas, ahora mismo le compraba un vestidito de marinero con su gorra en que diga: Numancia. ¡Qué bien le estará! Hijo de mi corazón, ven acá... No te me escapes; si te quiero mucho, ¡si soy tu abuelita...! Me dicen estos tontainas que has roto el camello del Rey negro.

Quite algunos pelos al carnero y echelos al ayre. Sus intenciones, que las lleve el viento: Y ansi como yo baño y ensangriento Este cuchillo en esta sangre pura Con alma limpia y limpio pensamiento, Ansi la tierra de Numancia dura Se bañe con la sangre de Romanos, Y aun les sirva tambien de sepultura.

A Hormesinda sucedió Guzmán el Bueno, otra tragedia del mismo autor. Pronto emprendieron la misma senda diversos poetas: José Cadalso con su Sancho García, en la cual se imitan los alejandrinos con rimas pareadas de yámbicos de cinco pies; Gaspar Melchor de Jovellanos con su Munuza, de igual asunto que la Hormesinda, é Ignacio López de Ayala con su Numancia destruída.

Era empresa aventurada ajustar á las condiciones de un drama la destrucción de la antigua y fortísima Numancia, y convertir en protagonista de la acción á una ciudad entera con todos sus habitantes, cuando esto podría ser más bien objeto de la epopeya, y sólo un drama de forma libre y desembarazada, que participase con vigor igual de la índole de la lírica y de la épica, hubiese conseguido dominar por completo el asunto.

Hasta sus muchos rasgos prosáicos mueven más poderosamente nuestro interés. La Numancia respira otro espíritu muy distinto: el espíritu de la verdadera poesía. Aunque este poema, según se sospecha, no debió escribirse mucho después que el anterior , es menester confesar que el autor había hecho en poco tiempo adelantos gigantescos.

Por mucho que las celebre Cervantes, y aunque esta parte del arte teatral, al representarse su Numancia, estuviese más adelantada, nada prueban sus afirmaciones, cuando, entre otras cosas, leemos en las notas escénicas de su tragedia, que ahora se rueda bajo el teatro, á uno y otro lado, un saco lleno de piedras, como si tronara.

O nunca vista memorable hazaña, Dina de anciano y valeroso pecho, Que no solo á Numancia, mas á España Has adquerido gloria en este hecho! Con tu viva virtud, y heroica, estraña Queda muerto y perdido mi derecho: con esta caida levantaste Tu fama, y mis victorias derribaste.

Bien que en él vendrás, porque estás cierto De los soldados que á tu cargo tienes, Y sabes que el menor en campo abierto Hará sudar el pecho, el rostro y sienes Al mas aventajado de Numancia: Ansi que está sigura tu ganancia. Respondeme, señor, si estas en ello, Porque á la execucion se venga luego. Donaire es lo que dices, risa, juego, Y loco el que pensase de hacello.

, que no fue disparate La ingratitud vengada, ni le tuvo La Numancia, ni se le halló en la del Mercader amante, ni menos en La enemiga favorable, ni en otras algunas que de algunos entendidos poetas han sido compuestas, para fama y renombre suyo, y para ganancia de los que las han representado''. Y otras cosas añadí a éstas, con que, a mi parecer, le dejé algo confuso, pero no satisfecho ni convencido para sacarle de su errado pensamiento.

Palabra del Dia

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