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Actualizado: 6 de mayo de 2025
La sed es mas pronunciada que el apetito; las náuseas y los vómitos parecen depender, como los cólicos, de la flatulencia y de un estado nervioso y atónico; el tenesmo y las deposiciones suceden á los retortijones; las deposiciones son al principio blandas ó como rizadas, y la primera parte escrementicia es la que tiene generalmente el carácter normal.
Así es como la saliva es algunas veces ácida y el sudor alcalino, lo cual es lo contrario del estado normal.
Entonces reanudábase la existencia normal, volviendo cada familia a su aislamiento, con la certeza de repetir el viaje angustioso pocas semanas después. Febrer permaneció bajo las arcadas viendo cómo iban llegando los grupos de payeses a toda prisa, espoleados por el último toque del esquilón que volteaba en lo alto de la torre. El interior de la iglesia estaba casi lleno.
Apenas se conocía que había sido bonita. Los que la trataban no podían imaginársela en estado distinto del que se llama interesante, porque el barrigón parecía en ella cosa normal, como el color de la tez o la forma de la nariz.
La guerra había llegado a ser en ellos fenómeno de costumbre, un estado normal, admirablemente conformado con su naturaleza agreste, dura, sufrida, refractaria a las fatigas como a las ideas, y con especialidad inclinada al movimiento. Si no hubiera habido montañas, las habrían hecho para subir y esconderse en ellas. Por la noche, tres jinetes llegaron a casa del cura. Seguíales numerosa escolta.
Muchísimo cuidado: es absolutamente necesario que la excitación sea indudable y fuerte, porque si toma el segundo medicamento sin haberse producido la alteración, en situación normal... la muerte sería cosa de dos horas. ¿Me ha comprendido V. bien? Creo que sí repuso temblando.
Yo cogí una fiebre y no me he curado todavía de ella.» En el paquete venían dos grandes perlas que Small me enviaba. Me repugnaba quedarme con ellas; no quise enseñarlas a mi mujer, y, subiendo al Izarra, las eché al mar. Servirán pensé para que se adorne alguna ondina de aquellas conocidas por Yurrumendi. Han pasado muchos años de vida normal, tanquila, sin más incidentes que los cotidianos.
Cuando el uno y los otros volvieron a su ritmo sosegado y normal, llamé a don Sabas y me puse a sus órdenes. Estaba muy cerca de mí, encaramado en una peña en la actitud de costumbre y empezando a embriagarse por los ojos, y no sin motivo ciertamente. Arrímate un poco acá me dijo desde su pedestal calizo con manchones de musgo y poco más alto que yo . Arrímate, contempla... ¡y pásmate, Marcelo!
La vida de los campos argentinos, tal como la he mostrado, no es un accidente vulgar: es un orden de cosas, un sistema de asociación característico, normal, único, a mi juicio, en el mundo, y él sólo basta para explicar toda nuestra revolución.
Naturalmente, en un hombre obsedido por esa misión, que debió creer que providencialmente le estaba impuesta, y luego veremos por qué lo digo, no era posible que se produjera un rumbo normal, tranquilo y constante en la existencia. Dado el hecho de imponerse a sí mismo semejante misión, todo lo que no fuera el cumplimiento de ella, tenía que ser accesorio para él y accidental.
Palabra del Dia
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