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Actualizado: 20 de julio de 2025


Pasado el primer acceso de hilaridad, admirábase Ojeda de la convicción con que hablaba su amigo del futuro negocio. Sentía, indudablemente, la influencia misteriosa que había observado él en anteriores viajes. Un ensanchamiento de la ilusión, hasta los confines más absurdos de lo irreal, dominaba a los viajeros.

Rocchio, que le tenía bajo su mano, no pensó en soltarle; deseaba averiguar muchas cosas, descifrar la charada de don Raimundo. Lo primero que hizo fué preguntarle por el negocio magno concertado entre ambos. Y entonces Esteven habló muy bajo, con misterio, como si tratara de un crimen y temiera verse descubierto. Mal, mi amigo; ¡buenos están los tiempos!

El marido de doña Feliciana hacía tres años que había ido a Ica a establecer una sucursal de la casa de Lima, quedándose la señora al frente de múltiples operaciones comerciales; y como si Dios se complaciera en echar su bendición sobre la trabajadora limeña, en cuanto negocio ponía mano encontraba una ganancia loca.

Pues mira, estábamos reunidos varios amigos para el negocio que no ignoras; se nos ha referido lo que te acaba de suceder, y el desastre que iba á ocasionarte.

Era un señor pequeñín, enfermizo por el exceso de trabajo, con gafas de oro y esa sonrisa atractiva y cándida cuyo secreto sólo poseen los grandes hombres de negocio o los Padres de la Compañía.

En este estado dejamos el negocio de su conversión; pero hay poco que esperar de ella, porque aunque hayan hecho tan largas ofertas no hay mucho que fiarse de ellos porque son pérfidos, revoltosos, inconstantes, y que en tanto mantienen su palabra en cuanto les está á cuento.

Deseó que llegase pronto la noche y se le apareciese la difunta para darle sus explicaciones de deudor honrado. Pero por lo mismo que su deseo era vehemente, no pudo encontrarla en las cercanías de su casucha por más vueltas que dió en torno de ella, y eso que en la presente noche, para evitar palabras confusas y tergiversaciones en el negocio, había bebido muy poco.

19 diciendo: Dadme también a esta potestad, que a cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo. 20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, qué piensas que el don de Dios se gana por dinero. 21 No tienes parte ni suerte en este negocio; porque tu corazón no es recto delante de Dios.

Podía haber dejado á su hija una fortuna inmensa; pero el minero era hombre de acción más que de administración, y se gozaba en emprender cada año un nuevo negocio, abandonando los mejores provechos de los anteriores á los consocios fríos y marrulleros que quedaban á sus espaldas.

A estas habas contadas sucedieron otras. Tratábase de una red de tranvías aéreos. ¿El capital? Seguridad tenía de encontrarlo cuando los banqueros conocieran su plan. Pero estos no supieron ver la inmensidad de millones que podía dar de el negocio, y los tranvías aéreos se quedaron en los aires.

Palabra del Dia

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