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Actualizado: 10 de junio de 2025
Al fin se cansó de este zumbido de colmena en desorden, y sacándose de la oreja el microfónico aparato, quedó envuelto en un dulce silencio, estremecido apenas por lejanos é indefinibles murmullos. Se iba adormeciendo Gillespie, cuando le estremeció un gran ruido de muchedumbre, haciéndole volver á la realidad.
El símbolo místico cayó en la misma orilla del arroyuelo, y á poco más lo habría hecho en el agua que le hubiera arrastrado en su melancólica corriente, agregando un nuevo dolor á la historia que constantemente estaba refiriendo en sus murmullos.
Y al subir canturriaba entre dientes. ¿En qué consiste que es tan difícil echar de los labios una tonadilla cuando a ellos se pega? Sin saber lo que decía, Bou entonó a murmullos no sabemos qué música con letra de aleluyas. Isidora no podía contener la risa oyéndole cantar: Vienen luego los ciriales con las mangas parroquiales.
En sus inmediaciones se aglomeró una muchedumbre de curiosos para ver cómo centenares de siervos, con la ayuda de varias grúas, iban descargando de una fila de camiones-automóviles enormes y misteriosos objetos, cuya aparición era saludada con largos murmullos de asombro.
Zumbaba la selva de los encantos, moviendo sus verdes y rumorosas cabelleras ante el rudo Sigfrido, inocente hijo de la Naturaleza, ansioso de conocer el lenguaje y el alma de las cosas inanimadas. Cantaba el pájaro maestro, haciendo resaltar su dulce voz entrecortada sobre los murmullos del follaje. Mary se estremeció. ¡Ah, poeta!... ¡poeta! Y siguió tocando.
Era una magnífica noche de estío, templada y serena, una de esas noches en las que innúmeras estrellas semejan en su constante centelleo extensa polvareda de diamantes. La brisa suave y acariciadora como un soplo de amor, arrancaba a la arboleda misteriosos murmullos.
No salió el Rey por la puerta del templo, sino por la del atrio cercado de magnífico claustro, donde habían montado a caballo él y cuantos le acompañaban. Cuando la lucida cabalgata apareció ante el gran público, la admiración general dio muestras de sí en murmullos, exclamaciones y vítores. Aquello era verdaderamente espléndido: un derroche de sedas, randas, plumas, oro y pedrería.
Una numerosa muchedumbre hervía en los alrededores mirando envidiosa á los que entraban, á los que llegaban temprano temerosos de perder sus asientos: risas, murmullos, espectacion saludaban á los recien venidos, que desconsolados, se reunían con los curiosos y, ya que no podían entrar, se contentaban con ver á los que entraban.
Su visita inoportuna no fue notada más que por dos o tres canarios, que movieron las alas estremeciéndose y ocultaron la cabeza entre la pluma. Siguió adelante. Las tórtolas también dormían; allí hubo ciertos murmullos de desaprobación, y don Víctor se alejó por no ser indiscreto.
Entablóse una acalorada disputa. El dialéctico tabernero llevó, como es natural, la mejor parte. Al cabo deshizo, pulverizó á su adversario. Como hubo murmullos de aprobación y risa comprimida, el minero quedó fuertemente desabrido. Martinán, una vez derrotado su adversario, ya no se acordó más de él y se mezcló á otro grupo buscando nuevo contendiente.
Palabra del Dia
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