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Actualizado: 4 de junio de 2025
Y la razon, en tanto, aprisionada, luchando con la fiebre abrasadora de la ardiente ilusion, pugnaba en vano por disipar la nube embriagadora, cuya letal atmósfera aspiraba mi pulmon impaciente, y en él toda mi sangre envenenaba adormeciendo al corazon valiente... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Dónde hallar la verdad?... Tal vez oculta la tiene el porvenir... ¿Y qué me ofrece? ¡Confusa mezcla de placer y espanto, que al sondear el alma se estremece!
Esta visión hacía gemir de nuevo á la señora de Hartrott: «¡Ay, mis hijos!» Su cuñado, por humanidad, la había tranquilizado sobre la suerte de uno de ellos, el capitán Otto. Estaba en perfecta salud al iniciarse la batalla. Lo sabía por un amigo que había conversado con él... Y no quiso decir más. Doña Luisa pasaba una parte del día en las iglesias, adormeciendo sus inquietudes con el rezo.
Por el otro lado subían hacia los bosques los anchurosos campos, plantados de centenos y de alfalfas, que mostraban solamente aquí y allá algunos claros, tierras pantanosas en que crecían tristísimas plantas acuáticas. Toda la extensa llanura se iba adormeciendo, como mecida por el monótono canto de los grillos.
Cuando hablaba de las glorias terrenas y de nuestro breve paso mundanal, su discurso, lleno de monástica ironía, se instalaba en el ser, cual frígido narcótico, adormeciendo las ansias. Decíase que más de uno, al escuchar sus sermones, había corrido a un monasterio a pedir un sayal y una celda.
Al fin se cansó de este zumbido de colmena en desorden, y sacándose de la oreja el microfónico aparato, quedó envuelto en un dulce silencio, estremecido apenas por lejanos é indefinibles murmullos. Se iba adormeciendo Gillespie, cuando le estremeció un gran ruido de muchedumbre, haciéndole volver á la realidad.
Alucinado por un sueño de felicidad, había cedido, deliberadamente, como nunca lo hizo antes, á la tentación de lo que sabía que era un pecado mortal; y el veneno inficionador de ese pecado se había difundido rápidamente en todo su sér moral; adormeciendo todos sus buenos impulsos, y despertando en él todos los malos á vida animadísima.
Palabra del Dia
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