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Acercóse a su madre y la dió un beso en la mejilla, haciendo, mientras tanto, muecas maliciosas a su hermana, que Gonzalo no podía ver. Vaya, buenas noches dijo alargando a éste la mano. Buenas noches repuso él mirándola extático, con cierta especie de embelesamiento que no pasó inadvertido para la niña.

Púsose Mauricia de un salto en el rincón frontero al corredor donde las madres estaban, y desde allí las miró con insolencia, sacando y estirando la lengua, y haciendo muecas y gestos indecentísimos. «¡Tiorras, so tiorrasgritaba, e inclinándose con rápido movimiento, cogió del suelo piedras y pedazos de ladrillo, y empezó a dispararlos con tanto vigor como buena puntería.

A veces pienso que Dios, al crear en el mono nuestra caricatura, haciendo eternamente muecas, ha querido ofrecernos el espejo del ridículo á que conducen las vanidades de la vida. Y bajo este aspecto, no hay duda que el mono es un preceptor muy importante; solo que, como sucede siempre, los discípulos no hacemos caso de la leccion y nos burlamos del maestro en caricatura.

Pero se burlaba de los castigos lo mismo que de las hermanas. Muchas veces le imponían por penitencia entrar en todas las clases, hincarse de rodillas en medio de ellas y hacer algunas cruces en el suelo con la lengua. No le importaba. Al contrario, lo que hacía era excitar la risa de las otras niñas con sus muecas. Quise saber algo de la madre Florentina.

Es el escenario, unas veces cómico, otras trágico, por donde sucesivamente resbalan todas las gracias, todas las muecas torvas, todos los guiños del juvenil contento, de las pasiones, de la melancolía viril. Cada expresión nueva, por tanto, que el actor descubra, debe constituir una verdadera y legítima obra de arte. Análogas consideraciones podrían hacerse á propósito de la voz.

Los pilluelos, que recibían afanosos las pompas de jabón que el chico de la casa de enfrente les arrojaba, habían desaparecido, y aquél, harto de soplar por el canuto, concluyó por dejarlo en el suelo, así como la taza del agua, poniéndose a hacer muecas a Ricardo y María.

Envolvió las cuartillas lentamente, las metió en el bolsillo y acercando la boca al oído de Tristán y haciendo una serie prodigiosa de muecas pronunció estas palabras memorables: Este artículo saldrá en el correo de esta noche, y pasado mañana o a todo más el sábado se publicará en El Clamor de Alicante. El sábado, pues, ya podrás caminar por la calle con la cabeza bien levantada.

Julia también cruzó sin mostrar que reparaba en él; mas a los pocos pasos volvió la cabeza, y a espaldas de su madre le envió una sonrisa y le hizo una serie de muecas y saludos afectuosísimos, aunque reprimidos; después con rápido y gracioso ademán acercó la mano al pecho, arrancó un clavel que llevaba y lo tiró al suelo.

Estaban solos en la cuádruple galería. La ventana iluminada del camaranchón del maestro de capilla trazaba un cuadro rojo en los tejados de enfrente. Sonaba el armónium con melancólica lentitud, y al callarse pasaba y repasaba por el cuadro rojo la sombra del músico, con sus nerviosos movimientos, que, agrandados por el reflejo, se convertían en muecas grotescas.

Y abría sus manos crispadas como si arrojase algo en el suelo, sin arrojar nada: acompañando sus manotones de aire con muecas altivas, cual si realmente rodase el dinero por tierra. Don Fernando intervino, colocándose entre el aperador y la bruja. Ya había dicho bastante: debía callar.