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Actualizado: 16 de mayo de 2025


El padre era el único que salía, mostrándose tan confiado y tranquilo por su seguridad, como cuidadoso y prudente era para con los suyos. Pero no hacía ningún viaje á Valencia sin llevar consigo la escopeta, que dejaba confiada á un amigo de los arrabales.

Entonces el duque se apoderó de Pepa Frías, mostrándose con ella tan galante y expresivo, como si fuese a hacerle una declaración de amor. El general, observándolo, dijo a Pinedo: Mire usted al duque, qué animado se ha puesto. De fijo le está haciendo el amor a Pepa. No respondió gravemente el empleado . A lo que está haciendo el amor ahora es al negocio de las minas de Riosa.

Notó también que el Delfín se preocupaba mucho de ciertos recados o esquelitas que a la casa traían para él, mostrándose más bien temeroso de recibirlos que deseoso de ellos. A menudo daba a los criados orden de que le negaran y de que no se admitiera carta ni recado. Estaba algo inquieto, y su mamá se dijo gozosa: «Persecución tenemos; pero él parece querer cortar toda clase de comunicaciones.

Pero Carrascosa, aunque era buen observador, no pudo advertir al breve resplandor de aquella mirada fugaz como un relámpago, los dos abismos que, abierto el uno frente al otro, se contemplaron un instante, mostrándose todo su horror. No se crea por esto que tía y sobrina no se querían bien, no: se amaban, si cabe expresarlo así; se amaban como pueden amarse dos personas que se fastidian juntas.

Su carácter desigual, brutalmente soberbio, su misma estupidez, que la hacía no prever las consecuencias de sus actos, la ayudaron a dominar al célebre banquero. Hacía un año que era su querida y que estaba instalada en aquel hotelito del barrio de Monasterio. Al principio procuraba refrenar su genio y tenerle contento mostrándose dulce y amable.

El joven escribió el prólogo, mostrándose satisfecho de la retribución. ¡Cinco mil reales, de los cuales llevaba comidos cerca de la mitad!... Le quedaba cuerda para dos meses largos, y en este tiempo, raro sería que don Gaspar, halagado por el éxito, no desease hacer otro libro. Decididamente, la vida era alegre.

Los hombres no se casan por el prestigio, sino por el dinero. No se le ocurrió, pues, sentir remordimientos por lo pasado. Vivió triste y resignada dos años más, mostrándose indiferente a los placeres propios de su edad, sin hacer nada para granjearse la voluntad de los jóvenes y ganar un marido.

La herida de la cabeza resultó insignificante, y lo del brazo ni siquiera llegaba a dislocación del hombro. Lo peor era la sangre perdida que le debilitaba mucho, y lo que pudiera haber de conmoción cerebral, aunque era buen síntoma lo dócil que iba mostrándose todo el organismo a los remedios que Neluco le aplicaba.

Los criados de la casa también podían escribir formulando idénticas reclamaciones; pero confiaban en el talento mundano de la señora, que le permitiría alguna vez salir definitivamente de apuros, y se limitaban á manifestar su disgusto mostrándose más fríos y estirados en el cumplimiento de sus funciones.

Temía la posible extrañeza de otro hombre y deseaba evitarla. Este hombre la había conocido siempre vestida de muchacho, tratándola á causa de ello con una confianza amistosa. ¡Quién sabe si al verla con faldas, lo mismo que una señorita, experimentaría cierta timidez, mostrándose ceremonioso y evitando finalmente nuevos encuentros con ella!...

Palabra del Dia

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