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Los compañeros le llamaron primero el Tiznao, porque era muy moreno, como un beduino desteñido a fuerza de lavaduras: por fin le apodaron Pateta, y con este alias se quedó. A Millán, conocedor de los antecedentes de Pateta, le había caído en gracia el muchacho: Pepe simpatizó mucho con él por un solo detalle.

Al sonar las doce de la noche, se oyó el rasgueo de una guitarra y en seguida una voz que cantaba: ¡Vale más lo moreno De mi morena, Que toda la blancura De una azucena! ¡Qué tonterías! exclamó Rosa Mística, levantándose de la cama . ¡Qué larga será la cuenta que haya de dar a Dios de tanta palabra vana! La voz prosiguió cantando: Niña, cuando vas a misa, La iglesia se resplandece.

El Caín que representa la famosa Compañía Ravel me despierta la imagen de Quiroga, quitando las posiciones artísticas de la estatuaria que no le convienen. Por lo demás, su fisonomía era regular, y el pálido moreno de su tez sentaba bien a las sombras espesas en que quedaba encerrada.

Pasado otro rato, y cuando los brazos soltaron las cinturas y ambas estaban limpiándose los dedos en sus respectivos pañuelos, Aurora volvió a decir: «Pues , todos partieron esta tarde y el primo Moreno con ellos. Creo que van a San Juan de Luz». Fortunata volvió la cara para el balcón del gabinete, donde estaba Olimpia.

Y comparando al joven inglés con Arturo, Arturo salía siempre muy mal parado. Arturo era de menos que mediana estatura y estrecho de hombros. El inglés alto, sin dejar de ser bien proporcionado, y ancho de espaldas, sin que la esbeltez y la elegancia le faltasen. Era el uno moreno pálido, casi cetrino, blanco y sonrosado el otro y rubio como las candelas.

La señora de López Moreno, gorda y majestuosa como las talegas de su marido, contraía sus gruesos labios para chupar un cigarrito de papel, y reíase maternalmente al ver a su hija Lucy, recién salida del colegio, dar pequeñas chupadas en el cigarro mismo de Angelito Castropardo.

Gracias sin duda a la pomada, el pelo no se quedó atrás y también se mostró cual Dios lo hizo, negro, crespo, brillante. Sólo dos accesorios del rostro no mejoraron, tal vez porque eran inmejorables: ojos y dientes, el complemento indispensable de lo que se llama un tipo moreno.

Ahora que usted se marcha y le pierdo tal vez para siempre, me doy cuenta de que los dos pobres amigos que nos abandonaron se colocaban en primer término con tal violencia, que consiguieron ocultarme el hombre más interesante para . Se sintió Moreno de tal modo trastornado por esta revelación, que tomó entre sus manos la diestra de Elena. ¡Oh, marquesa! ¿qué dice usted?

Bien puede haber dicho: ¡qué bueno es este Moreno!, si yo fuera su mujer, no me daría disgustos, y habríamos tenido un chiquillo, dos o más'. Quién sabe... ¿Habrá dicho esto alguna vez? No por qué me figuro que lo ha dicho.

Tales espectáculos indignaban a Moreno, que al verse acosado por estos industriales de la miseria humana, trinaba de ira. Pues cuando se volvía para no verle, el maldito, haciendo un quiebro con su ágil muleta, se le ponía otra vez delante, mostrándole la pierna. Al aburrido caballero se le quitaban las ganas de dar limosna, y por fin la dio para librarse de persecución tan terrorífica.