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Actualizado: 16 de julio de 2025


La tropa avanzó en buen orden hasta la orilla del bosque, con Piercy de Soldatenthal a la cabeza. Casi al mismo tiempo se oyó el ¿verdá? de un centinela; luego dos tiros, un grito estentóreo de «¡Viva Francia!» y el ruido sordo de una multitud de pasos que se precipitaban al mismo tiempo; los valientes montañeses cayeron sobre el enemigo como una manada de lobos.

Había sido acomodado en su juventud; y aunque ciego después y combatido por la más grande miseria, había opuesto a estas dos calamidades tal resignación, tal fuerza de espíritu y tal constancia en el trabajo, que se había hecho notable entre los montañeses, quienes le señalaban como el modelo del varón fuerte.

En esto venía hacia nosotros de la parte alta del lugar, cuyas casas, como las de todos los lugares montañeses, no guardan orden ni concierto entre , una moza de buena estampa, con un calderón de cobre muy bruñido sobre la cabeza, y un cántaro de barro en cada mano.

Tiempo hacía que palpitaba el odio entre unos y otros. En los caminos por la noche, en las esfoyazas y romerías se habían producido repetidos choques. Pero los mineros llevaron siempre la mejor parte porque empleaban las armas blancas y alguna vez también las de fuego, mientras se valían sólo de sus palos los montañeses.

Se me había dicho que terminaría mi jornada en un pueblecillo de montañeses hospitalarios y pobres, que vivían del producto de la agricultura, y que disfrutaban de un bienestar relativo, merced a su alejamiento de los grandes centros populosos, y a la bondad de sus costumbres patriarcales.

Hasta los generales llevaban el rifle atravesado sobre el delantero de la silla. La única infantería era la de los yaquis, indios montañeses que no habían querido aprender de los conquistadores españoles el arte de cabalgar y mostraban aún cierta repugnancia ante el caballo.

Han reflejado en su espíritu, como en el del marino, algo de la serenidad de los grandes horizontes: también en muchos sitios le han asegurado el tesoro inapreciable de la libertad. Una de las causas que más han contribuído á sostener la independencia de ciertos pueblos montañeses, es que para ellos el trabajo solidario y los esfuerzos de conjunto son una necesidad.

, le conocí. En Francia se ha quedado cerca de una aldehuela cuyo nombre no recuerdo. Los montañeses le mataron el mismo día que al comandante Yeri-Peter; era un excelente muchacho.» Y después se acabó.

Que nuestros personajes son montañeses, debe haberse deducido del estilo del diálogo anterior; y si éste no lo ha demostrado bastante, conste desde ahora que lo son en efecto. El lugar de la escena puede el lector colocarle en el punto de esta provincia que más le conviniere, si bien su parte oriental es preferible por ser en ella más frecuentes que en las demás, cuadros semejantes al que voy á describir. El escenario es aquí el ancho soportal, ó tejavana de una casa pobre de aldea.

Nosotros nos limitamos á consignar que los negros rebeldes de Ivonet y Estenoz no desplegaron ninguna de las legendarias dotes de energía y audacia que caracterizaron en otros tiempos á los montañeses orientales. Por lo que hace á las causas que hayan podido motivar esta carencia absoluta del legendario valor, ya hemos dicho que nos son desconocidas, y no tenemos el menor interés en averiguarlas.

Palabra del Dia

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