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Actualizado: 16 de julio de 2025
Entonces, a pesar del viaje a Falsburgo, a pesar del espectáculo de los heridos de Hanau y Leipzig, a pesar de los relatos del viejo sargento, no temía nada; conservaba intacta su energía y no dudaba del éxito de la defensa. Ahora todo estaba perdido; el enemigo entraba en Lorena y los montañeses huían.
Esto hace honor á esos sencillos montañeses tanto como al Gobierno de Cerdeña que hasta 1860 los regia, interesándose sobre todo en favorecer la instruccion primaria y las vias de comunicacion y excursion. Son numerosas é interesantes las excursiones que puede hacer el viajero curioso en Chamonix.
Si aquellos guerreros, después de largas luchas con los montañeses, lograron vencerlos en sus guaridas, y llevaron hasta las nevadas crestas los linderos de sus dominios, tuvieron que sufrir luego el ataque de otro invasor, y la frontera que habían dado á sus posesiones se pierde en la inmensa extensión de un imperio poderoso.
No hay, pues, título de propiedad que valga, si falta la fe de bautismo, el fiat del tabernero más próximo, LA ROBLA , para decirlo de una vez. El origen de esta ceremonia no consta en las crónicas montañesas, porque se pierde en la antigüedad de la afición de los montañeses al acre mosto riojano .
Descendieron algunos montañeses hasta el pie del monte para recoger a los muertos; abriose a la derecha de la casa de labor una ancha fosa, en la que guerrilleros y kaiserlicks, con sus vestidos, sus sombreros, sus chacós y sus uniformes, fueron colocados unos al lado de otros.
Mientras que en Manila se llamaba taga-bundok á los montañeses, en la Laguna se les conocia por tinguianes. Me habia chocado leer en algunos autores la palabra tingues, haciendo notar la diferencia de la lengua que existía entre los habitantes de los tingues y de los valles. Indudablemente quería decir antiguamente «montaña», y tal significado, perdido hoy en tagalog, existe todavía en Malayo.
El de Argüesu respondióme; y dicen si es obra de morus. Para aquellos rudos montañeses, como pude observar más adelante, toda construcción de parecida traza es debida a los moros... o a «la francesada».
Aquello debía ser hereditario: la afición de sus antecesores los montañeses de Aragón a las hembras fornidas, duras, oliendo a bestia bravía y con las manazas agrietadas por el esparto y la tierra de fregar.
Salimos, pues, juntos, y haciendo comentarios sobre las actrices, bastante escandalosos por cierto, dirigimos nuestros pasos a una tienda de montañeses que Suárez conocía en la plaza del Pan. Entramos, pasamos por en medio de varios parroquianos y fuimos a sentarnos en un cuartito de la trastienda, alumbrados por una lámpara de petróleo colgada de la pared.
Enfrente se aparecían los cañones de Marcos Divès enfilados hacia el valle y dispuestos a hacer fuego en caso de un nuevo ataque. Todo había afortunadamente acabado. Y, sin embargo, ni un solo grito se elevaba de las trincheras; las pérdidas de los montañeses habían sido muy dolorosas en el último asalto.
Palabra del Dia
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