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Actualizado: 11 de junio de 2025
Eran para ella hijos que no le habían causado ningún dolor; hijos de otra para las molestias y suyos para las gracias. A María, que por entonces cumpliera quince años, la adoraba con pasión de abuela, o sea dos veces madre, y la tenía un tanto consentida y mimosa.
Al comenzar la temporada emprendía con entusiasmo el viaje, pensando en los públicos que hablaban de él todo el año, aguardando impacientes su llegada; en los conocimientos inesperados; en las aventuras que le brindaba muchas veces la curiosidad femenil; en la vida de hotel en hotel, con sus agitaciones, sus molestias y sus comidas diversas, que contrastaba con la plácida existencia de Sevilla y los días de montaraz soledad en La Rinconada.
Además, cuando Eppie cumplió tres años desplegó el lindo talento de hacer travesuras o de encontrar medios ingeniosos para causar molestias, talento que proporcionaba mucho ejercicio, no sólo a la paciencia de Silas, sino también a su ciencia y sagacidad. En estas ocasiones, el pobre Marner se veía puesto en conflictos por las exigencias incompatibles del deber y del cariño.
La tradicion refiere que el alcaide de los Donceles D. Diego Fernandez de Córdoba, cuya casa, vecina á esta iglesia, recibia molestias de los albañiles que fabricaban la torre, despues de haber inútilmente reclamado del obispo la suspension de la obra, fué una noche con sus criados y peones, y hundió todo lo que los operarios tenian fabricado.
Sus declaraciones me salvaron; no digo yo que de una acusación en regla, pero por lo menos de muchas impertinencias y molestias. A fuerza de súplicas logré que aquellos señores entraran en mi casa y esperasen la llegada del juzgado, que se presentó a las dos de la madrugada.
Para evitarte molestias no quise casarme otra vez... ¡Qué no haré yo por ti, Ida mía!» «El año próximo pienso dar por terminados mis negocios en América, y volveré á nuestra patria, y compraré un castillo del que serás tú la reina; y tal vez se enamore de ti algún noble oficial de caballería con apellido ilustre, y tu pobrecito papá tendrá celos... ¡muchos celos!...»
Para evitarse molestias y para sustraerse a la curiosidad de sus amigos había resuelto dormir aquella noche en casa de sus tíos, adonde podía ir ella también si gustaba. Clara quedó yerta y preguntó sabiendo ya de antemano la respuesta: ¿Con quién fue el lance? Con el marqués del Lago. Se puso pálida y permaneció un instante pensativa. No le ha herido, le ha matado, ¿verdad?
Allí, frío y sin pulso, con un revólver a su lado y una bala en el corazón, yacía bajo la nieve el que a la vez había sido el más fuerte y el más débil de los expulsados de Poker-Flat, cosas ambas que se leían todavía a través del rostro apacible pero enérgico del jugador. Todo el día había corrido en diligencia y me sentía atontado por el traqueteo y molestias de tan pesado viaje.
Tengo la conciencia tranquila; no temo la muerte, y me importan ya poco las molestias de mi cuerpo. Madrid. Junio de 1881. Segunda parte
Las tres prendas eran azules, sin la más leve variación en su tono, escogidas con exactitud, como si este hombre pudiese sufrir crueles molestias saliendo á la calle con la corbata de un color y los calcetines de otro. Sus guantes tenían el mismo amarillo obscuro de sus zapatos. Ferragut pensó que este gentleman, para ser completo, debía llevar el rostro afeitado.
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