United States or Papua New Guinea ? Vote for the TOP Country of the Week !


Indudablemente le habían soltado lo peor de la ganadería, para hacerle quedar mal. Alguna intriga de los enemigos. Otra sospecha se movía confusa en lo más obscuro y hondo de su pensamiento, pero él no quería contemplarla de cerca, no tenía interés en extraerla de su misteriosa lobreguez. Su brazo parecía más corto en el momento de tenderse con el estoque por delante.

Medio cielo era de ámbar y el otro medio de azul nocturno, en el que empezaban á parpadear las primeras estrellas. El golfo se adormecía bajo la capa plomiza de sus aguas, exhalando una frescura misteriosa que se comunicaba á las montañas y los árboles. Todo el paisaje parecía adquirir la fragilidad del cristal.

Nunca los agentes de la policía en el extranjero habían trabajado con tanta rapidez y éxito. Una buena suerte misteriosa y omnipotente los empujaba en sus pesquisas.

Aquello era él, , él, el hijo que estaba allí, que se anunciaba con el dolor de la madre, con esa solemnidad triste y misteriosa, grave, sublime en su incertidumbre, de todos los grandes momentos de la vida natural.

El Californian lanzaba por el telégrafo sin hilos la llamada de peligro, el S. O. S., fórmula que sólo se emplea cuando un buque necesita socorro. Luego, en el espacio de unos segundos, la voz misteriosa había esparcido su relato trágico á través de centenares de millas. Un sumergible acababa de aparecer á corta distancia del Californian, disparándole varios cañonazos.

Tan pronto se le representaban los versos de algún romance que hacía tiempo leyera en amarillos y arrugados códices, como sentía el rumor de lejana música de órgano, dulcísima y misteriosa.

Teresina había tomado un poco de color, y los ojos, rodeados de ligeras sombras, eran más profundos, más hermosos que nunca en aquella obscuridad dulce y misteriosa de las pupilas. Amo y criada estaban contentos. La libertad les sabía a gloria. Cada cual hacía lo que quería. No estaba doña Paula, no había que dar cuentas a nadie. Y no faltaba nada.

Fuele ya imposible alargar por más tiempo la ímproba tarea y puso al cabo fin a la comedia con una escena misteriosa, seguida de un golpe teatral hábilmente dispuesto... Su diminuto piececito tocó ligeramente por debajo de la mesa la pezuña del buey Apis, y ambos cruzaron con Jacobo una rápida mirada de inteligencia que parecía significar: ¡Alerta!

Volvió luego a recorrer los salones, donde reinaba siempre la misma misteriosa soledad y donde el más profundo silencio parecía tener su morada, y llegó a una alcoba lindísima, en la cual sólo dos o tres luces, encerradas y amortecidas en vasos de alabastro, derramaban una claridad indecisa y voluptuosa, que estaba convidando al reposo y al sueño.