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10 El campo fue destruido, se enlutó la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, el aceite pereció. 11 Confundíos, labradores; aullad, viñeros, por el trigo y la cebada; porque se perdió la mies del campo.

Aunque los Jesuitas, que se ocupan en estas gloriosas tareas son muchos, como es abundantísima la mies, son pocos los obreros: Messi multa operarii autem pauci. Quiera Dios, que es el dueño de la mies, mover los corazones de muchos, para que multiplicándose los operarios, sea muchas veces más copioso el precioso fruto, que tan felizmente se coje.

Entre mi observatorio y esta mies, que descendía en rampa hacia los montes de enfrente, y muy inclinada al mismo tiempo hacia el río, un pedregal erizado de malezas y surcado de senderos y camberas de comunicación con el pueblo, cuyas casitas se veían, hechas un rebaño, en lo más alto de la mies, con la iglesia en medio, que parecía, y lo era en sustancia, su pastor.

La segur más grácil, para cuando quiera cercenar un lauro o una flor de amor, para el santo muérdago de la vida íntima y para el ensueño de mi corazón; y la más robusta, para las podridas ramas que del árbol la ignominia son; para las raíces de la mala yerba que la gloria roban de la mies en flor, y para los cuellos del halcón y el lobo y el áspid traidor. Mayo, 1914.

Naves, alzad las flámulas hermosas Envueltas por las nubes magestuosas Del humo del cañon, Conmemorando los gloriosos dias En que Chile botó á las ondas frias En leño audaz su invicto pabellon. Campos feraces do la mies ondea, Selvas en donde el pájaro gorjea, Rios que vais al mar: Un himno alzad con voz estrepitosa, Que os fecundó la sangre jenerosa Que enrojeció las gradas de su altar.

Y pues que á Chile cupo tal belleza De pluma, de valor, de cortesia, No es justo que se atreva mi rudeza Decir de Chile cosa: que seria Muy loca presumpcion y gran simpleza Meter hoz en la mies no siendo mia.

38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies. 2 Y los nombres de los doce apóstoles son éstos: el primero, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 4 Simón el cananeo y Judas Iscariote, que también le entregó.

Menos embriaguez y más abundancia: haces de mies cayendo sobre la tierra cansada de producir y consumida por el sol: he ahí el verano. El otoño de nuestro país ya lo conoce usted; es la estación bendita. Después el invierno; el círculo del año cerrándose sobre él.

Beatriz era para él la mies lograda y suya, a salvo de todo peligro. Sin embargo, cierto día la preguntó: ¿Os holgara ser aína mi esposa? Ella repuso: Tamañita me quedo. ¿En eso pensáis tan temprano?

Ellos la mies ante su hoz rindieron, Y el surco abrieron en la dura gleba, Ellos al bosque secular vencieron Y á par del buey se ataron á la esteva. De la ambicion insana preservados Su vida oscura fué, sus penas leves... Mas no por esto sean despreciados Del pobre los anales simples, breves!